«Hemos conseguido que las canciones tengan un plus sin perder lo que tenían»
Tres colegas forman Pi.L.T. en Mungia a mediados de 1993. Tres músicos de diferente origen musical que van a escribir, junto a un cuarto miembro, una discografía singular para un sonido prácticamente sin antecedentes en Euskal Herria. Pi.L.T. regresa para cinco conciertos y sin posibilidad de ampliación de fechas. Hoy actúa en Bilbo, con aforo agotado, mañana en la sala Totem de Atarrabia.
PiL.T. llega a la escena vasca en un momento de cambio, inicio de la década de los noventa. Se dinamizan las propuestas y la variedad estilística va abriendo escenarios inéditos. Entre la nueva ola surge un cuarteto con base en Mungia con un sonido poderoso, dilatado, profundo y oscuramente acogedor, Pi.L.T. Cabe asimismo reseñar que su discografía queda recogida en dos sellos fundamentales para entender la proyección del tiempo renovado, Esan Ozenki y Metak.
No obstante, y aunque el dato aparezca aparcado en la sombra, la primera canción que graba Pi.L.T., al margen de sus dos demos iniciales, es “Bihar”. Tema que aparece en el recopilatorio “Insumisioa”, editado por R-Dizka y Maia desde Donibane Lohizune y Baiona un 29 de octubre de 1995. Ese mismo año Pi.L.T. gana el concurso Euskadi Gaztea, hoy Gaztea, y Esan Ozenki publica casi de inmediato “Pi.L.T.”, que contiene el portentoso “Hil da Jainkoa”, una composición sencilla, creada en el local de ensayo entre codazos de lo pequeño que era, pero de una efectividad y prestancia descomunal. Posiblemente, la canción cambio el futuro del grupo y afianzo la seguridad entre sus propios medios.
“Hil da jainkoa”, con el telúrico Abio abriendo la tierra y Rafa Rueda en la mejor interpretación mefistofélica, se canta en “asturianu” dos años después en un recopilatorio en apoyo al idioma del Principáu d'Asturies. “Bihar” se retomaría en el álbum “3”.
Pi.L.T. influye en la escena local con intensidad a lo largo de un decenio y cinco discos. No llega a ser un grupo de masas, pero trasciende el rigor del culto. Tampoco crea escuela por su peculiaridad, pero que nadie les arrebate su peso en la historia, su capacidad de seducción, los matices de cada disco.
Se está a 25 años de su creación y a 12 de su despedida. No cabía imaginar un regreso –inducido externamente–, pero quienes tengan la fortuna de poder volver a escucharles aún van a recordarles con mayor énfasis, ya que todos sus componentes han crecido como músicos. Cada uno en su dirección, pero la sabiduría adquirida va a converger en el mejorPI.L.T que se haya conocido.
Rafa Rueda es uno de los músico que más se ha distanciado en estilo, pero su clase, capacidad y evolución le permiten ser lo que quiera. Y será el músico correoso y melódico que se espera. Rueda (Lou Topet, Mikel Urdangarin, su carrera, sus clases), pasará de su elegante y delicado lirismo actual, a bracear contra la resaca del norte a máxima potencia.
Para el concierto de hoy en Bilbo hace semanas que no hay entradas. Montar una nueva fecha ha sido imposible por las circunstancias de trabajo de los componentes. De hecho, Txarli Soriano parte para México el 23/24 de este mes para una larga gira junto a Mäbu, banda creada junto a María Blanco Uranga, hija de Sergio y Estíbaliz, quienes el próximo año celebrarán los diez años de vida.
En 2002 Soriano abandona PiL.T., entra en su lugar otro valor de admirable capacidad, David González (Berri Txarrak/Cobra). Como el grupo ha querido que estén presentes todos sus integrantes, David y Txarli, apreciado bajista, cambiarán de bajo a guitarra según canción.
Tras grabar “Game over”, Abio abandona Pi.L.T. y se pasa a trío para los directos y despedida. Pero estará, como lo hará el abrasivo, capacitado y resuelto Xanpe a la batería, y a pesar de sus problemas de espalda que le obligaron a dejar los parches hace unos años.
Pi.L.T. se situaba en el metal, pero, incluso participó en un homenaje a Judas Priest, pero nunca dejó de ser un grupo ambiental, áspero como la seda.
Gira: hoy, Kafe Antzokia de Bilbo. Mañana, sala Totem de Atarrabia. El 12, Bomborenea de Tolosa. El 13 Jimmy Jazz de Gasteiz y el 30 de junio en EHZ, Lekorne.
Con este regreso cabe imaginar que en algún momento toca reflexionar sobre lo que se fue en el pasado...
Tienes razón. Creo que nunca he hablado, ni reflexionado, tanto sobre el pasado como en estos últimos días. Desde que empezamos con la música, todo ha sido un ir y venir de proyectos, conciertos, discos etc... que deja muy poco tiempo para reflexionar. Si me remonto a la época en la que empezamos con Pi.L.T. veo que éramos unos apasionados de la música, con pocos complejos y unas ganas tremendas de comernos todo lo que viniera por delante. El grupo lo formamos Xanpe, Abio y yo. Los tres somos de Mungia, y amigos desde críos. Me vienen a la cabeza la de bares que cerrábamos, en los que con un par de cervezas nos pasábamos cuatro horas oyendo música a un volumen que no podíamos en casa, o hablando de este o aquel disco que nos había flipado. En ese sentido no hemos cambiado mucho, pero ver que, después de 25 años, todos los miembros del grupo tenemos la música como nuestra forma de vida, todavía da más valor a aquello. Afortunadamente, teníamos muy claro de qué queríamos vivir, y el tiempo ha demostrado que no era un capricho de juventud.
Actualmente es un guitarrista de líneas melódicas, de garganta estilizada, seis cuerdas elegantes, finas..., ¿Se ha encontrado oxidado o el rock pesado, sucio, atmosférico perdura entre las branquias? Pi.L.T. también tenía canciones pop camufladas entre atmósferas espesas, «Herreparatzen» o «Kontu okerra», muy melódica y emocional. Claro, lejos de «Zein» o más allá de «Runaway», donde sonaba pionero en Euskal Herria al cargarse de stoner.
No me ha resultado muy complicado. Es como coger la bicicleta años después de aparcarla, Mucha gente se extrañó por el giro estilístico que di después de Pi.L.T. pero a mí no me resulta tan alejado. Entiendo la música, independientemente del estilo, simplemente como una combinación de ritmo, melodía y armonía, y lo que he venido haciendo después, también estaba presente en Pi.L.T. de una u otra manera. Como dices, éramos un grupo muy abierto estilísticamente, aunque prevaleciera la vertiente más rockera. Vocalmente, el repertorio de Pi.L.T. es más exigente, pero el periodo de adaptación no ha sido difícil.
Ante esta variedad ¿qué criterio se ha seguido para el repertorio? ¿Ha sido sencillo acoplarlo a quinteto
Cada uno hizo su propia lista, las pusimos en común y elegimos las más votadas. Afortunadamente, hubo bastantes coincidencias. El principal objetivo era repasar los cinco discos y que, a su vez, quedase reflejado nuestro abanico sonoro. Hemos incluido algún tema que casi ni llegamos a tocar en directo. Adaptar las canciones de cuarteto a quinteto ha sido un reto. Por las características del grupo, los temas estaban arreglados de una manera que daba poco margen para otro músico. Pero en general hemos conseguido que las canciones tengan un plus sin perder lo que ya tenían. Esto no es nada fácil porque la máxima del "menos es más", es un cosa que en la música suele cumplirse la mayoría de las veces.
Txarli se poperizó con elegancia con la experiencia Mäbu. Para él los viajes Madrid-Bilbo Bilbo-Madrid suponen un esfuerzo extra, pero dijo sí. Quizá echaba de menos la sangre del rock.
Creo que a todos nos picaba un poco el gusanillo, y cuando hemos visto que se podía hacer con tiempo y garantías, nos hemos echado a la piscina. El caso de Txarli es el más especial, ya que, viviendo en Madrid, no ha podido estar en todos los ensayos. Nos hemos organizado para hacer ensayos maratonianos de fin de semana cada vez que tenía ocasión de subir. La organización ha sido un gran esfuerzo, pero las ganas que teníamos de volver a tocar juntos, lo ha hecho mucho más llevadero. Solo por los momentos que hemos vivido en el local, ya ha merecido la pena. Esperamos redondear todo esto con los conciertos.
¿Le parece que en «Minus» mejoran en muchas cosas, incluso en el sonido? «Zurrunbiloa», por ejemplo, suma sabiduría, madurez. La veo, además, muy actual. No ha pasado el tiempo por ella. «Minus» es especial.
Sí, "Minus" es un disco especial. Era una época de cambios. Txarli se marchó a vivir a Madrid, David se incorporó al grupo y decidimos cambiar de estudio. Fue como la salida a una pequeña crisis, muchos cambios que nos obligaron a hacer un esfuerzo extra para que el disco y la banda salieran adelante. David aportó mucho en la creación de los temas y, finalmente, creo que conseguimos hacer el disco más completo de los cinco. Todos los discos tienen algo que los hace especiales pero "Minus" fue el resultado de un espíritu de superación que nos llevó a terrenos que quizás no hubiéramos alcanzado de otro modo.
¿Ilusionados?
Del todo. Además, está experiencia será muy positiva para nuestros proyectos personales, un balón de oxígeno para retomarlos aún con más fuerza.