Raimundo Fitero
DE REOJO

Decorativas

No debería ser materia de ningún debate pero en esta semana se han vivido dos denuncias, tres acusaciones, dieciocho defensas y una actitud que nos recuerda que hay que perseverar en lo obvio, ya que es obvio solamente para aquellos que creen en esa obviedad, pero que no se emparenta con la mirada de otros sobre el mismo asunto. Me refiero a la utilización de la mujer como objeto de atracción, decoración y, probablemente, excitación de los más rijosos en los eventos deportivos.

En las carreras ciclistas parece que ya se ha decidido dejar que los laureles, las flores y las fotos de los ganadores se las hagan con caballeros o señoras, pero que tengan alguna labor más que la de adornar y de crear un espacio contaminado por la cosificación de la mujer. Durante el recién terminado torneo de tenis Conde de Godó de Barcelona hizo un tiempo invernal, con un frío que se reflejaba en lo abrigados que iban los espectadores. Sin embargo, las recoge pelotas iban vestidas de verano tropical. Y una de ellas lo denunció públicamente. Se ha involucrado a una marca de tónica. Es un caso colateral, pero significativo.

En las motos de mañana en Jerez se seguirán viendo a las señoritas azafatas con sus apretados y escuetos vestuarios sosteniendo los paraguas en la salida de las carreras. Hay controversia. La empresa organizadora dice que este año las dejarán para no perder unos puestos de trabajo. Demagogia. Si hay una función específica la puede hacer un hombre o una mujer sin necesidad de ir maquilladas y vestidas como en un espectáculo de cabaret. Los pilotos opinan de manera contradictoria. Alguna de las chicas lo hace de manera insultante a su condición de mujer. Hay que abolir el uso y abuso de estas imágenes machistas que se consideran normales por habituales y son muy nefastas.