Raimundo Fitero
DE REOJO

Angustia

Perdonen mi angustia: en el Estado francés ha ganado la presidencia un populista sin ideario, partido ni otra consigna que sus fórmulas mágicas amparadas en tres palabras, Pueblo, Francia y Europa. Pero todos se quedan contentos porque se ha parado a Marine Le Pen, aunque ha subido en porcentaje respecto a su padre.  Viene la tercera vuelta en dos meses, y vamos a presenciar el desmantelamiento de una manera de hacer política sustituida por otra cosa que no sabemos exactamente a qué nos lleva. Una cosa es montar un gran anuncio y otra gobernar un país. Una cosa es ganar contra Le Pen y otra contra la Historia.

Pero mi angustia es pasajera porque veo tan contentos a los que han puesto todo su esfuerzo en hacer de Europa una entelequia, un mercado o una sucursal de una agencia de colocación, que todo lo que va a venir a partir de esta explosión desaforada de optimismo va a servir para reforzar a quienes desde otro lugar pensamos que este modelo de Europa está agotado y que no se resucita con un joven neoliberal con mucha suerte y un extraordinario don del oportunismo. En un año al Eliseo y nadie sabe cómo.

Me sorprendió bastante que Marine reconociera a primerísima hora del escrutinio su derrota, como si ya estuviera acordado previamente. Apenas se habían escrutado unas urnas y con una proyección dio por bueno sin la más mínima duda el resultado que después se fue ajustando. No lo hizo con tono grave, sino aliviada. Ella ha demostrado que se trata de una primera etapa. No buscaba un objetivo último sino una parte de su asalto al poder. ¿Era llegada finalista para Macron? En unas semanas se verá. En su primer discurso de ganador pareció una estatua parlante. Queda otra duda sin despejar del todo, en esta ocasión. ¿Las encuestas han acertado? No me quito la angustia del vacío.