La gran mujer delante del gran hombre
Marie Curie nació el 7 de noviembre de 1867, en Polonia, con el nombre de Maria Salomea Sklodowska. Tres datos a tener muy en cuenta para esta, la enésima película dedicada a su vida, obra y legado. Marie Noëlle, la directora y coguionista de este proyecto, desde luego lo tiene en mente. Tanto en el tono narrativo como en la aritmética del metraje, no es casual que este biopic esté dominado por la ausencia de Pierre Curie. La voluntad responde a la de ahondar en la sentencia que asegura que «detrás de un gran hombre hay una gran mujer».
Noëlle tiene tan clara la respuesta que hasta parece invertir dicha afirmación. El primer plano lo ocupa quien a su parecer más lo merece. No solo por su brillante e incuestionable expediente académico (en breve: primera científica en lograr un Premio Nobel; primera mujer en hacerlo por partida doble; única persona en coronarse en dos disciplinas distintas), sino también por ser mujer. En efecto, da miedo comprobar cómo las diferencias en la materia de igualdad de sexos, si hacemos la comparativa entre el siglo XIX y el XXI, a veces brillan por su ausencia. Es por esto que en pleno 2017, tiene todo el sentido del mundo estrenar un alegato feminista a partir de una figura que pueda antojarse tan lejana en la historia.
A nivel formal, Noëlle firma un impecable ejercicio de mímesis, adquiriendo todos los rasgos característicos del cine francés de época. Una factura técnica y una inteligencia emocional igualmente exquisitas, que nos remiten a una cinematografía mucho más adelantada a las demás. También, por supuesto, en la comprensión del rol de la mujer en la sociedad. Sin necesidad de ponerse excesivamente reivindicativa, la película consigue holgadamente sus propósitos. Lo hace a través de la naturalidad del retrato humano más sincero. A ratos, incluso radiante.