Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Primaveras y revoluciones

Decía  Mohamed Diab (1978, Ismailia) durante el estreno de “Clash”, hace un año en el Festival de Cannes, que «es irónico constatar que una película sobre el nacimiento de una revolución finalmente narre su fracaso». Contundente y certero, con la revolución egipcia como motor de la trama de su segundo largometraje tras “Cairo 678” (una película sobre la pelea de tres mujeres contra el machismo y el acoso sexual), Diab habla de la claustrofobia metafórica y física en la que se encierran las necesidades y anhelos de una ciudadanía herida. “Clash” cuenta la historia de un grupo de manifestantes, con convicciones políticas y religiosas distintas, que son arrestados tras unos disturbios. Todos acaban en el mismo furgón policial y es ahí donde descubrimos la complejidad de un pueblo variopinto y observamos a una ciudadanía fragmentada y enclaustrada. Con una realización encomiable pese a la dificultad de sostener la trama en una única localización (un furgón policial), “Clash” es ligera visualmente, casi transparente. Solo un “pero” en cuanto al desarrollo de las lineas de diálogo de los personajes; resultan demasiado forzadas y “trabajan” en detrimento de la brillante puesta en escena. A pesar de las palabras de Diab, sigo pensando que las revoluciones nunca son fallidas del todo, siempre hay algo que se transforma, como sucede con el cine y sus “revoluciones”.