Arnaldo Otegi Mondragon
GAURKOA

La estrechez de miras del Sr. Urkullu

El lehendakari de la Comunidad Autónoma Vasca, el Sr. Urkullu, ha realizado una visita institucional a Colombia en donde, entre otras cuestiones, ha puesto en valor el proceso de paz colombiano, junto al proceso que aquí algunos tratamos de que avance pese a las innumerables dificultades que se nos imponen para ello por parte del Estado español (incluida prisión). Ciertamente nos alegra el apoyo mostrado por el lehendakari al proceso de paz colombiano puesto que con ello se aquieta a la petición que el Parlamento Vasco le hizo recientemente.

¿Cómo no nos vamos a alegrar además de que se reúna con representantes institucionales del Gobierno colombiano inmersos en el proceso de paz, con los que la izquierda soberanista ha mantenido relaciones desde hace tiempo (además de con los distintos voceros de paz de las distintas guerrillas colombianas) para coadyuvar en el avance del proceso de paz? Nada que objetar al lehendakari en este sentido.

Por tanto, todo sería positivo si no fuera porque al lehendakari Urkullu no le hubiera vencido otra vez la estrechez de miras que en numerosas ocasiones le caracteriza. No sé si es por estar mal asesorado o porque algunas veces le pierde el subconsciente, pero el lehendakari no pierde ocasión para arremeter contra la izquierda soberanista. Dice que unos sólo tomamos como ejemplo lo que nos interesa en referencia a las declaraciones de las FARC sobre el dolor de las víctimas, instando otra vez, además de a ETA, a la izquierda independentista a tener en cuenta las palabras del guerrillero Pablo Catatumbo.

Señor Urkullu, nosotros del proceso colombiano tomamos como ejemplo todo, el proceso en su integridad. Un proceso que en la comunidad internacional consideran uno de los más completos e inclusivos y como modelo a imitar. Sin embargo, y respecto a la actitud del Gobierno español con respecto al proceso vasco, se empieza a hablar ya de anti-modelo. De modelo a no seguir. Pero eso al señor Urkullu no le parece relevante.

Y qué curioso que del conjunto de elementos que contiene el proceso colombiano, al señor Urkullu solo le interesa la declaración de Pablo Catatumbo en la que el 3 de diciembre de 2016, tras la firma de los acuerdos de La Habana, asumía las responsabilidades de las FARC por la muerte de 11 diputados del Valle del Cauca. Eso sí, no le interesa al señor Urkullu que el presidente Juan Manuel Santos ofreciera disculpas en nombre del Estado colombiano, por los crímenes que sufrieron numerosos miembros del movimiento político de izquierda a manos de narco-paramilitares y militares corruptos en las décadas de 1980 y 1990. Petición de disculpas públicas que volvió a reiterar al hacer referencia al ataque al Palacio de Justicia donde decenas de guerrilleros y miembros de la judicatura fueron asesinados. Nada que aprender de eso. Nada de eso como exigencia en los pactos presupuestarios.

Además, y en un alarde de parcialidad absoluta, el señor Urkullu obvia interesadamente el carácter integral de proceso de paz y sus acuerdos. El lehendakari sigue con su santa cruzada para imponer un único relato. El suyo. Un relato, dicho sea de paso, donde desaparece el conflicto político. Quizás le debería preguntar qué piensa sobre esto al Alto Comisionado Sergio Jaramillo. Pero le voy a ahorrar el trabajo. Sergio Jaramillo declaraba al respecto en su visita a Euskal Herria que «no es posible tener un relato único». Que es «difícil de imaginar eso en una sociedad democrática». Y por ello relata que lo que es posible es oír muchos testimonios diversos en el marco de una comisión de la verdad como han constituido en Colombia, y que la izquierda soberanista reivindica para este país. Hoy lo volvemos a reiterar: la izquierda soberanista reivindica una Comisión de La Verdad de carácter internacional, para que escuchando a todas las partes, elabore un informe exigente con los derechos humanos y la dignidad que recoja lo realmente sucedido en Euskal Herria a lo largo de las ultimas décadas.

En Colombia en las negociaciones de la Habana acordaron establecer una Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas compuesta por 12 expertos y 2 relatorías acordados entre las partes para abordar las raíces y motivos del conflicto (orígenes, desarrollo y efectos). Por supuesto, no hay acuerdo único y hay visiones diversas e incluso opuestas sobre lo ocurrido y sus motivaciones, pero nadie ha propuesto imponer su verdad como única. Mientras tanto, aquí algunos como el señor Urkullu insisten en imponer una visión única, amparándose además para ello en las graves limitaciones del derecho a la libertad de expresión existentes en el Estado español.

El señor Urkullu tiene la osadía de utilizar el proceso colombiano como arma arrojadiza contra la izquierda soberanista. Y lo hace sin ningún rubor mientras se apoya para gobernar en el Partido Popular al que además brinda su apoyo en Madrid para que así siga obstaculizando cualquier avance en este país. Y arremete contra la izquierda soberanista cuando todo el mundo compara la actitud de Rajoy para con el proceso vasco con la del expresidente Uribe con respecto al proceso de paz en Colombia.

Pero claro, esto al señor Urkullu no le importa y por eso a él no le interesa tomar como ejemplo el que en el proceso colombiano hubiera un dialogo y negociación directo entre el Gobierno de Santos y las FARC en un tercer país. Que el mismo fuera facilitado por países como (qué curioso) Noruega o Suiza. Que en fase avanzada de la negociación se acordase un alto el fuego bilateral. Que se garantizase la seguridad de las interlocuciones guerrilleras y no fueran detenidos. Que se habilitasen espacios de consultas. Que las víctimas fueran escuchadas en el proceso de diálogo y negociación sin exclusiones y en términos de igualdad por ambas partes. Que el diálogo fuera sobre las causas y las consecuencias del conflicto…

Tampoco le ha importado que el acuerdo de paz adoptado, además de abordar cuestiones tan relevantes en cuanto a los fundamentos del conflicto como la reforma agraria, los cultivos ilícitos, la participación política, el paramilitarismo… también acordase dar solución a las consecuencias del conflicto. Que se está en consecuencia procediendo a un desarme ordenado y controlado de las FARC supervisado por la ONU y facilitado por el Gobierno colombiano. Que se ha acordado un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de no Repetición.

Pero, a este respecto, al lehendakari sólo le interesa una de las medidas recogidas en los cinco pilares sobre los que se sustenta este Sistema Integral, y que hace referencia a actos tempranos de reconocimiento de responsabilidad colectiva dentro de las Medidas de Reparación Integral para la Construcción de la paz. Al lehendakari no le interesa la Ley de Amnistía, por la que todos los guerrilleros acusados por delitos de rebelión o conexos serán excarcelados y los guerrilleros reintegrados, o la Justicia Especial para la Paz, donde se tratarán exclusivamente, mediante justicia restaurativa y reparadora, los casos de graves violaciones de los derechos humanos o del derecho humano internacional conforme a la legislación internacional, como la tortura entre otros (y que implicará igualmente tanto a guerrilla como Ejército y fuerzas de seguridad del Estado). Tampoco como ya hemos dicho que cuente además con una Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad la Convivencia y la No repetición.

Una vez mas el lehendakari utiliza la paz como elemento de confrontación e insulto contra la izquierda soberanista. Seguiremos aprendiendo del citado proceso del mismo modo que seguiremos ofreciendo nuestra experiencia desde la humildad y solidaridad para con ese pueblo hermano que es Colombia. Y nosotros seguiremos insistiendo en la necesaria altura de miras y la colaboración para hacer avanzar el proceso también en Euskal Herria. Y nosotros seguiremos dando pasos en la dirección que nos exige nuestro pueblo por encima de insultos y de los obstáculos que sin duda seguirán poniendo en el camino los actuales aliados del lehendakari. En ese camino siempre hay tiempo para la rectificación. Nuestra mano está tendida.