Isidro Esnaola
JO PUNTUA

Primar la ideología al sentido común

La directora del FMI, Christine Lagarde, ofreció esta semana más tiempo a los acreedores europeos para que acepten un alivio de la deuda griega, eufemismo para evitar la palabra quita. Al parecer Angela Merkel no quiere oír ni hablar del tema antes de las elecciones de otoño; y después ya veremos. Desde un punto de vista estrictamente económico una deuda del 180% del PIB es insostenible, a pesar de ello Merkel sigue empeñada en hacer oídos sordos al sentido común.

No es la única. El programa económico de Donald Trump es una contradicción entre objetivos y medios. Ha declarado repetidamente que quería crear nuevos puestos de trabajo en la industria. Pero para ello propone aumentar el gasto público y reducir los impuestos. Más gastos y menos ingresos aumentarán el déficit. Y financiar una deuda creciente subirá los tipos de interés que arrastrarán hacia arriba el valor del dólar, lo que se traducirá en un encarecimiento de las exportaciones. Mal negocio para la industria americana.

Tampoco hay que ir tan lejos para encontrar actuaciones similares. El Gobierno de Urkullu, por ejemplo, sigue empeñado en invertir en grandes infraestructuras: ha negociado el TAV con el PP en Madrid y continúa empeñado en sacar adelante el metro de Donostialdea, aunque la ciudadanía no lo considera un proyecto necesario. La cuestión es dar aliento al sector de la construcción en horas bajas desde que estallara la crisis. Sin embargo, entre las actuaciones básicas para salir de una crisis está el hecho de que la recuperación nunca vendrá de estimular al sector que la ha provocado. Hay que hacer precisamente todo lo contrario: dejar que reduzca capacidad hasta que se ajuste a las necesidades de la economía.

Y así podríamos seguir. Lo más llamativo de todo esto es que cuando la izquierda gobierna se la acusa sistemáticamente de anteponer su ideología a las necesidades económicas y al sentido común, cuando, en realidad, es la derecha la que lo hace constantemente, en contra, además, de los más elementales saberes económicos. En realidad, lo que no gusta al poder son los programas de izquierda para la mayoría.