Reencuentro de «Las mujeres de Venecia», de Giacometti
«Las mujeres de Venecia», de Alberto Giacometti, reaparecen juntas por primera vez desde su creación hace 60 años en una completa retrospectiva que la Tate Modern de Londres dedica al artista. Es una oportunidad única de ver la obra tal y como el artista la concibió.
Las seis impresionantes esculturas en yeso –un material que gustaba al escultor pero con el que se le asocia poco– son el punto culminante de una exposición que repasa su vida desde sus inicios en París y sus vínculos con el surrealismo hasta su madurez, y las alargadas figuras por las que es más conocido.
La retrospectiva, que permanecerá abierta al público hasta el 10 de octubre, es la primera dedicada al suizo Alberto Giacometti (1901-1966) en Gran Bretaña en veinte años, y se organiza en colaboración con la parisina Fondation Alberto et Annette Giacometti, que ha cedido obras que, por su fragilidad, nunca se trasladan.
Entre ellas, “Las mujeres de Venecia”, que, con su cuerpo de escayola, permiten ver con especial claridad las muescas hechas por el creador, quien las pintó inicialmente en rojo y negro, de lo que apenas quedan trazos.
«Es una oportunidad única en la vida de ver este importante grupo escultórico tal y como el artista lo concibió», declaró la comisaria de la Tate, Frances Morris, en su presentación.
Según Morris, estos estilizados desnudos femeninos, algunos de alrededor de un metro de altura, ilustran «un momento clave» en la evolución del escultor, que los elaboró a partir de estudios de su esposa Annette, su principal modelo.
Poniéndolos en el centro de la muestra, la Tate desea «reposicionar» a Giacometti, conocido sobre todo por su obra en bronce, «como un artista con un interés mucho más amplio en los materiales y las texturas, especialmente yeso, barro y pintura», señaló la comisaria.
La elasticidad y maleabilidad de estos materiales, de los que hay otros ejemplos en las diez salas de esta exposición, «le permitían trabajar con mucha creatividad», en su continua experimentación sobre la figura humana, añadió la experta.
La retrospectiva, que agrupa unas 250 obras, empieza con una sala llena de cabezas, entre las que destaca “Cabeza de una mujer (Flora Mayo” (1926), que representa a una compañera de la Académie de la Grande Chaumière en París con la que tuvo una relación.
Nacido en Borgonovo di Stampa (Suiza) en 1901, Giacometti se trasladó en 1922 a la capital francesa para proseguir sus estudios y entró en contacto con movimientos de la época como el cubismo, y más tarde se vinculó al surrealismo.
De estos primeros tiempos hay obras como “Mujer cuchara”, de 1927, o “Bola suspendida” (1931), así como ejemplos de los jarrones, perchas y otros ornamentos que elaboró para ganarse la vida durante la década de 1930.
En las siguientes secciones pueden verse “Mujer con la garganta cortada”, de 1932, con la que exploró temas como la brutalidad y el sadismo, y esculturas influidas por el arte africano o egipcio, como “El carro”, de 1950. Uno de los elementos más curiosos es la puerta de madera pintada con figuras femeninas del estudio que Giacometti ocupó después de su padre, Giovanni, en la población suiza donde nació y a la que regresó en varias ocasiones durante su vida.
“La nariz”, de 1947, una cabeza masculina con una larga nariz, elaborada en yeso y colgada de una estructura de metal, es otra de las piezas que se expone al público por primera vez, junto a “Mujer Leoni” de 1947-58 o “Figura Mediana III”.
Tras la invasión nazi de Francia en la segunda Guerra Mundial, Giacometti se trasladó temporalmente a Ginebra, donde conoció a Annette, su futura esposa. “Mujer con carro”, de 1945, inspirada en ella, es su única escultura de gran tamaño de ese periodo.