Si en un partido está Rafa Nadal de por medio, los espectadores tienen aseguradas horas de tenis por delante. Ayer, sin embargo, la semifinal que enfrentó al manacorí con el austríaco Dominic Thiem no fue de las más largas de este deporte ni de Roland Garros. Quienes se llevaron el protagonismo en este sentido fueron el escocés Andy Murray y el suizo Stan Wawrinka, que necesitaron cuatro horas y media para dilucidar su semifinal por 6-7 (6), 6-3, 5-7, 7-6 (3) y 6-1.

Este maratón hizo que la segunda semifinal comenzase varias horas más tarde, en la que Nadal impuso su ley de inicio a fin para vencer al joven Thiem por 6-3, 6-4 y 6-0 en apenas dos horas. De esta manera, Nadal, que busca su décima victoria en París, y Wawrinka, que intentará sumar la segunda, se verán mañana las caras en la gran final.

El cansancio puede ser un factor clave para dos tenistas de 31 (Nadal) y 32 años y 75 días (Wawrinka), y más teniendo en cuenta que a Nadal le van los encuentros largos, con su tiempo para el saque y sus constantes rutinas, como cambios de raquetas o sus botellas de agua bien posicionadas en el suelo.

El tenista helvético llegará seguramente con la moral por las nubes tras eliminar al número uno mundial, con remontada incluida, y convertirse en el finalista más veterano en París desde el yugoslavo Niki Pilic en 1973. Además, en caso de ganar, acabaría como 2º de la ATP.

Será su cuarta final en un Grand Slam, sin que haya perdido ninguna de las tres anteriores. Ayer, ante Murray –muy irregular en el torneo–, estuvo contra las cuerdas en varias ocasiones. Perdió el primer set en el juego de desempate, recuperó en el segundo, volvió a ceder en el tercero y se aferró al partido en el cuarto, que de nuevo se resolvió en el desempate, esta vez para el helvético. Fue un mazazo moral para Murray. En el último set, un 5-0 para Wawrinka eliminó todo tipo de dudas y el suizo cerró el partido con un revés, su golpe más característico.

Ostapenko desafía a Halep

La letona Jelena Ostapenko, de tan solo 20 años, ha avanzado hasta la final dejando estupefactos a propios y extraños, con un descaro propio de una campeona, un fenómeno que hoy se pondrá a prueba frente a la rumana Simona Halep, que por segunda vez en su carrera opta a ganar Roland Garros tras haber dominado la temporada de tierra batida y además tiene a tiro situarse número uno mundial.