La muerte de Mikel Etxeberria, «Makauen», como amigo con quien hasta sus últimas semanas compartí periódicamente una comida e interesantes reflexiones sobre el pasado y, sobre todo, presente y futuro de nuestro pueblo y del mundo en general, me sugiere entre otras la siguiente reflexión.

Su obligada huida al exilio de la policía franquista, en abril-mayo de 1969, supuso toda una red solidaria vasca-catalana en la que intervinieron numerosas personas, entre ellas quien suscribe. Cerca de doscientas. Vascos del sur, primero, en su periplo de escondida –atención médica incluida– durante casi un mes y huida desde Bizkaia, con la colaboración de militantes de base, variedad de ciudadanos y ciudadanas, entre ellos algunos sacerdotes y algún profesional de la medicina. Catalanes después, en su llegada a Barcelona, con casa de acogida y traslado posterior al Estado francés via Pirineo catalán. Vascos del norte también, para su traslado inmediato desde Perpignan a Iparralde. Posteriormente otras personas facilitarían su obligado exilio permanente por distintas partes del mundo.

Muchas de aquellas personas solidarias, tanto vascas como catalanas, sufrimos, como consecuencia de las torturas de algunas personas en comisaria, la detención, el encarcelamiento o el exilio. Hoy recordaremos todos a aquel Mikel, abertzale, independentista, socialista, revolucionario, bueno, humano y solidario.