La Pamplonesa y los sanfermines son prácticamente sinónimos, ya que la banda de Iruñea es la que interpreta los grandes temas de las fiestas compuestos por uno de sus integrantes: el eterno maestro Turrillas.

Sus grandiosas dianas disfrutadas a tope de empalmada, sus intervenciones más solemnes en los actos oficiales y sus actuaciones en las tardes en la plaza son, sin duda, los momentos que nos vienen a la memoria cuando hablamos de ella.

Pero La Pamplonesa es mucho más y así lo saben todas aquellas personas que, por ejemplo, se acercan al teatro Gayarre a escuchar los conciertos que ofrece a lo largo del año.

En un escenario enmarcado por los dorados de los palcos y las butacas rojas del teatro iruindarra, por un momento cuesta hacerse a la idea de que es la misma banda la que suena prácticamente como una orquesta sinfónica mientras interpreta con virtuosismo grandes bandas sonoras del séptimo arte y músicas de otros géneros.

Y no deja de resultar chocante que esos maestros que nos arrullan los oídos con sus sonidos acompasados en el Gayarre sean los mismos que aceptan con una sonrisa el cariño de los más entusiastas cuando el sol apenas despunta en el cielo sanferminero o un trago cuando los rayos del astro rey caen a plomo sobre las mejores galas de San Fermín.

Dos circunstancias muy diferentes, casi antagónicas, pero en las que La Pamplonesa demuestra su profesionalidad y en las que se hace acreedora de un merecido aplauso.