Amaia Ereñaga
Periodista
IKUSMIRA

Baltasar Garzón lleva gafas 3D

Pasado 13 de julio, dos días antes del ¡19! aniversario del cierre de Egin e Egin irratia. Me siento muy mayor. A lo que iba: ese día el diario “El País” publicó un artículo titulado “La nada terrorista de Alsasua” del ex juez de la Audiencia Nacional, ex postulante a premio Nobel de la Paz y jurista con ínfulas de dejar su huella en el mundo, Baltasar Garzón. «¿Qué dice de la nada terrorista?», me dije, «a Garzón siempre le han ido más ‘el todo’ en sus sumarios». Tras reconocerse «estupefacto», enfrentado a la reflexión de un amigo norteamericano sobre lo desmesurado de la petición fiscal contra los jóvenes de Altsasu, Garzón le respondía a dos preguntas. A saber: una, «¿qué crímenes habían cometido?» los acusados y dos, cómo era posible que siguieran órdenes de ETA si esta dejó las armas en 2011 y los hechos son de 2016. Tenían que haber viajado en el tiempo. Perdón, lo último es mío.

Y quien fuera juez estrella de la AN le daba caña a una argumentación fiscal que «no se mantiene jurídicamente» y «desnaturaliza el concepto de terrorismo» al aplicarlo a «titiriteros, tuiteros y antisistema». Personas poco serias y de temer por lo que parece. Ostras, señor Garzón, me reconocerá que esas fintas y esos «donde dije digo digo Diego» procedentes del precursor de «todo es ETA» y del «efecto contagio» resultan cuando menos sorprendentes. ¿Todo depende de la realidad virtual de las gafas que uno lleve en cada momento histórico? Por cierto, baltasargarzon.org («Baltasar Garzón: Derechos Humanos y Justicia Universal») es un flipe, un viaje a otra realidad paralela.