Jon Aiartza Zallo
Parlamentario de EAJ-PNV
KOLABORAZIOA

Sociedades laborales, tomando parte

Como en cualquier economía, una de las claves de la competitividad de la economía vasca se encuentra en la capacidad de aprender de las personas que integran nuestras empresas. De ese modo, las personas formadas pueden desarrollar con mayor habilidad su actividad, lo que se considera la esencia del talento. Pero al definirlo así, lo hacemos en su dimensión meramente individual.

Una empresa puede atesorar mucho talento, pero si las personas que la integran no comparten experiencias y conocimientos, si trabajan en compartimentos estancos y esa riqueza no se comparte internamente, su crecimiento será siempre inferior al de sus posibilidades. Es por ello que uno de los grandes retos de cualquier empresa será mejorar los procesos internos para conectar a sus trabajadores. En la medida que lo consiga, obtendrá uno de los avances más transcendentales que esa empresa puede hacer para lograr sus objetivos.

Partiendo de la base de que el grupo es capaz de generar ideas innovadoras de manera más eficiente, rápida y fluida que el individuo, la cuestión será cómo superamos esos muros internos que aíslan los talentos individuales y evitan que exista un talento colectivo. La respuesta a ello es la participación. La participación entendida en su dimensión global: tomando parte e interviniendo activamente en el proyecto de empresa; tomando parte y recibiendo los beneficios de su contribución.

Al igual que uno de los retos de cada empresa debe ser conseguir esa participación real, el reto de nuestra sociedad en este ámbito será crear una auténtica cultura participativa. Una cultura que impulse el interés por conectarse, compartir y colaborar. Para este reto es indispensable contar con elementos tractores y, sin duda, en el sistema económico vasco las empresas de economía social pueden y deben jugar un papel clave en su impulso, tanto por filosofía como por diseño.

El Gobierno Vasco es consciente de esta potencialidad y por ello, se compromete y apuesta por la economía social con iniciativas definidas que se recogen en su actual programa de gobierno. Esas iniciativas van dirigidas por un lado, a incentivar la creación de empresas y a consolidar y desarrollar el actual tejido de economía social en todos los sectores económicos; y por otro, a apoyar tanto la constitución de consorcios y redes de cooperación para reforzar su capacidad de actuación, como a dar apoyo al sector de la economía social en materia de innovación, calidad, transferencia tecnológica e implantación de las tecnologías de la información.

Para ello, es importante divulgar la formación e información de la economía social en todos los niveles y ámbitos educativos, incentivando económicamente los programas dirigidos a este objetivo; y fomentar el asociacionismo potenciando la relación con las organizaciones representativas del sector y el buen gobierno de las empresas de economía social. En definitiva, se trata de difundir los valores y principios de la economía social en todos los campos, mediante la concertación y colaboración permanente interinstitucional y público-privada en el diseño y ejecución de las políticas de fomento y promoción de la economía social en Euskadi.

Pero, del mundo de la economía social, me gustaría destacar en esta ocasión su ámbito menos conocido, el de las sociedades laborales. Sociedades mercantiles (Anónimas –S.A.L.– o de Responsabilidad Limitada –S.L.L.–) en las que la mayoría del capital social es propiedad de las personas trabajadoras que prestan en ellas servicios retribuidos de forma personal y directa, y cuya relación laboral lo es por tiempo indefinido. Nacieron como una opción de reconversión de empresas cuyos anteriores propietarios no eran capaces de dar viabilidad, y se están convirtiendo en ejemplo para propiciar la participación de las personas, distribuir los beneficios, responder a los desarrollos tecnológicos, evitar la deslocalización y abrirse al mundo. Y además, pueden ser un excelente modelo de relevo generacional en muchas empresas actuales, así como fórmula interesante de emprendimiento colectivo.

Finalmente, y volviendo al compromiso de participación, me gustaría destacar el programa «Epartaidetza» de la Agrupación de Sociedades Laborales de Euskadi (ASLE) para movilizar a las empresas vascas en favor de la participación de las personas trabajadoras en la empresa. La finalidad de este programa es estructurar un grupo de empresas comprometidas con la participación que trabajen juntas y pongan en común sus experiencias, tanto en la participación y en la gestión como en los beneficios o en el capital. Epartaidetza es un claro exponente de fomento de una cultura participativa que consigue mejorar las relaciones laborales y la seguridad del empleo, aumentar la autoevaluación de las personas y generar mejoras en el clima social. Ejemplo de sociedades laborales, tomando parte.