Ane URKIRI ANSOLA
Donostia
Elkarrizketa
JOSE MANUEL NAREDO
ECONOMISTA Y ESTADÍSTICO

«Con solo añadir liquidez y sin regular las bancas, se abocará a nuevas crisis»

Es autor de numerosos libros, artículos y trabajos. «La economía en evolución» es su obra más destacada. Se considera divulgador de la economía ecológica. Ha tratado a fondo temas como la burbuja inmobiliaria y el estallido de la última crisis económica global. Insiste en que debe haber mayor cohesión entre capital y recursos naturales.

José Manuel Naredo (1942, Madrid) comenta que ha vivido tres crisis inmobiliarias. Con el conocimiento que ya abarcaba, predijo años antes la explosión de la primera burbuja inmobiliaria del siglo XXI. Aprovechando su visita a Donostia, este experto economista y estadístico analiza con GARA las claves de la situación actual, temas como el cambio climático o la economía ecológica, y habla de su nuevo libro, “Diálogos sobre el Oikos, entre las ruinas de la economía y la política”.

Hay expertos que aseguran que es inevitable otra recesión.

Después de la crisis internacional se ha ido generando gran cantidad de liquidez, que en parte es lo que empuja a los inversores para mantener las cotizaciones bursátiles, que es lo que se pretende con cierta alegría. La cuestión es que, a la vez, no se han tomado las medidas de disciplina y de transparencia para regular el sistema financiero internacional. En todos los acuerdos de Basilea no se ha discutido el sistema monetario en general, que es la base de todo, y sobre todo no se han concretado las disciplinas de las entidades financieras y los mercados bursátiles. La cuestión no es solo añadir constantemente liquidez, porque ello abocará a nuevas crisis. Se va de burbuja en burbuja: titulizan las hipotecas, las bancas las venden en mercados internacionales y obtienen liquidez para dar más hipotecas. Es un espiral.

Usted denuncia que, aunque los organismos encargados del medio ambiente se preocupan por atajar el cambio climático, hay mucha desatención en el modo de utilizar los recursos naturales.

En parte, es echar un balón fuera sobre un tema difícil de resolver. Porque el cambio climático es la última consecuencia de lo que se está haciendo con los recursos naturales y el territorio. Los manuales antiguos de ecología mostraban un triángulo en el que había suelo, vegetación y clima. Estaba claro que se podía intervenir sobre suelo y vegetación pero el clima se consideraba como dado. Querer intervenir ahora en el clima sin hacerlo en la tierra... Antonio Valero ha calculado que reponer los hielos de la Antártida costaría 9.000 veces los combustibles fósiles de la Tierra. La licuación de los hielos es un avance hacia una mayor entropía de la Tierra: las temperaturas disminuyen, la eficiencia de los motores cae, los mares subirán 70 metros...

La BBC ha sacado datos que indican que los países que firman el acuerdo de París tampoco respetan las leyes. Por ejemplo, Italia dice que sus niveles de HFC23 (gases fluorados) son dos o tres toneladas, cuando en realidad son 60-80.

Todo eso es para limpiar la imagen, para que parezca que se está trabajando en ello. Lo que está claro, pero casi no se habla, es el microclima. Por ejemplo, yo tengo trabajos de largo periodo y en Madrid se ve cómo las temperaturas medias suben, sobre todo en los meses de invierno, y disminuyen los días de nieve... porque la propia aglomeración es una isla de calor y contaminación, y afecta a la sierra que está cerca. Y es en lo que se puede intervenir más localmente. Luego se habla de un cambio climático mundial porque parece que el clima es lo que atrae la atención, pero el resto...

¿En qué consiste la economía ecológica?

El divorcio entre economía y ecología se produjo porque el “oikos”, la casa, o el objeto de estudio de cada uno eran diferentes. Cada estado, empresa o persona hace sus cuentas para ver sus agregados monetarios, viendo cómo evoluciona la renta y el patrimonio con un enfoque monetario. En el oikos, la ecología es la biosfera. Se trata de superar ese divorcio para tener un enfoque integral, el enfoque ecointegrador. Hay determinados enfoques y sistemas que se tendrían que conectar: ecosistemas urbanos, industriales, agrarios, etc. Lo que se promueve es que la ecología integre la especie humana con todos los ecosistemas que ha promovido. Si no hay un enfoque de simbiosis, lo tenemos muy crudo.

¿Cómo debería enfocar la economía ecológica un territorio?

Tendría que empezar por la naturaleza de ese territorio, desde analizar el mapa topográfico, la geología y lo edafoclimático, para saber de qué estamos hablando y, a la vez, analizar qué población hay. Y están las otras dimensiones humanas, culturales, que hace que funcione y evolucione la especie humana. El 97% del peso de los mamíferos corresponde a la especie humana con los animales a su servicio. Es el antropogeno, una nueva era geológica, en la que la presencia de la especie humana en el planeta es determinante.

¿La clave está en saber gestionar los recursos de la tierra?

Sobre todo, ver que la especie humana tiene una influencia planetaria que incluso aboca al cambio climático. En un principio parecía impensable que se pudiera alterar el clima pero, con los manejos de la energía y los materiales, hemos llegado a ese punto. Incluso la influencia de la especie humana alcanza a cambiar el relieve. ¡Hasta puede ser más determinante que la propia geología a la hora de afectar al relieve!

¿El primer sector es fundamental para la economía?

La especie humana, como enfoque de la biosfera, cerraba los ciclos materiales. Extraía el producto pero mantenía el ciclo cerrado. Eso ha durado muchos siglos y puede ejemplificar la sostenibilidad. Las extracciones de la corteza terrestre que ha impulsado la civilización industrial, sin cerrar ciclos, ha empujado a la inviabilidad. Con el peso que ha alcanzado la especie humana, el antropocentrismo, no puede ser que funcione extrayendo y degradando. Porque pensar que puede mejorarse la vida y deteriorar el medio ambiente, eso solo cabe en mentes parcelarias.

Afirma que una economía sostenible puede usar recursos no renovables. Pero, ¿cómo?

Toda la biosfera ha funcionado utilizando esos materiales. Lo que pasa es que van cerrando ciclos, como la fotosíntesis de los bosques o los sistemas agrarios tradicionales... El principal recurso en tonelaje es el agua, con el motor solar y con los otros materiales (las hojas caen, los residuos de las vacas...), las bacterias descomponedoras convierten el humus en un suelo fértil... y toda la biosfera ha funcionado sin que nadie echara fertilizantes. Los materiales son stocks y la clave en la biosfera es que se cierran ciclos. En ese modelo no hay ni recursos ni residuos, todo es objeto de una utilización posterior. Lo que no tiene sentido es echar fertilizantes si plantas un monocultivo porque requieres recursos y generas residuos, y eso es lo que ha hecho la civilización industrial: parcelar todo y generar una fuente de exigencias de recursos y generación de residuos; cuando, en realidad, en el modelo biosfera no había problemas.

¿Es posible detener el deterioro de la Tierra?

Por lo menos se puede conocer y paliarlo. Tal y como van las fuerzas y el metabolismo, y lo que se ha globalizado, es complicado. La concienciación de nuestros males es el primer paso para curarlos o paliarlos.

En una sociedad, que prima la cantidad por encima de la calidad, ¿qué futuro nos espera?

El enfoque económico ordinario ha hecho suyo la metáfora de que el crecimiento es bueno de por sí en todo. Esa idea de producción antes no existía y hoy se asume. Porque las utopías de Platón o del Siglo de las Luces transcurrían en sociedades estables en demografía y en intendencia, parecía absurdo poner una sociedad ideal sobre el crecimiento permanente. En el siglo XIX y XX llega la idea de la economía neoclásica, y el capital es el factor limitativo último. La economía se cerró sobre sí misma. Resulta que hay un sistema regresivo, no solo en todos los deterioros ambientales, porque los jóvenes cada vez encuentran más dificultades, tienen salarios más precarios y te preguntas: ¿cómo se mantiene esto sobre sí mismo?

¿Qué opina del libre mercado?

La palabra mercado mismamente es otra creación de la ideología económica dominante, igual que la producción, el consumo o el trabajo. Intercambio ha habido toda la vida, pero en antropología se ve que una parte del intercambio ni siquiera era utilitario, sino que era a base de regalos o redistribución. El intercambio utilitario en mercados locales no eran mercados fijadores de precios. Comentan que el mercado libre dice mucho del liberalismo pero, luego, en la operación inmobiliaria –la palabra operación está tomada del lenguaje militar– es la mano del poder la que decide la colocación y no hay ningún librecambio de los mercados.

Dice que los poderosos lo utilizan para lucrarse de ello.

Echan la culpa a los mercados cuando en realidad, y en lo inmobiliario en el Estado español, no existen precios de libre mercado. Se manejan tasaciones y la mayoría de las compañías de tasación trabajan para empresas financieras. Las tasaciones empezaron a bajar un año después de la bajadas en los anuncios. Ahora, repuntan antes para dar buena imagen. Es una manipulación. Es un forcejeo para hacer creer que los activos inmobiliarios valen muchísimo.

En el libro “Diálogos sobre el Oikos, entre las ruinas de la economía y la política”, ¿cuál es el debate principal?

Abarca un contenido bastante amplio. El propio subtítulo es para entrever alternativas que palien la situación actual. Hay que echar por tierra esa ideología económica y política con las nociones de sistema único para poder trascender el statu quo, porque precisamente oculta lo que pasa en realidad. Además no son conceptos que difieren tanto, porque los gobernantes han sido proclives a darle caramelos de obras al lobby de la construcción inmobiliaria: la sobredimensión de obras públicas, aeropuertos sin aviones, 1.200 millones de euros tirados en el aeropuerto de Ciudad Real, etc. Es la bisagra del poder la que les conecta.

¿La población ha perdido el control en la democracia?

La democracia es un término contradictorio de pueblo y poder. Si el poder es del pueblo de verdad, estaríamos en la acracia. Hay una casuística según los países. En el Estado español se ha impuesto una constitución que se ha urdido en la trastienda de los partidos políticos. Y de pronto los partidos políticos nombran a la judicatura, el poder judicial, y es por ello que han conseguido tapar otros muchos casos de corrupción. Lo que hay es una reconstrucción oligárquica del poder y siguen manejando todo entre bastidores, haciendo negocios de espaldas a la ciudadanía, a la que lo único que se le exige es que cada cuatro años vaya a votar.