Joseba Salbador
Periodista
IKUSMIRA

El violinista de Caracas

No es mi intención comparar aquí la represión que se vive hoy día en Venezuela con la que hemos padecido en nuestro país en las últimas décadas, pero resulta indignante ver cómo los medios españoles se rasgan ahora las vestiduras ante los métodos policiales del país sudamericano cuando aquí los hemos padecido día tras día sin que nadie haya abierto la boca.

Por ejemplo, diarios como “El Mundo” o “El País” se escandalizan de que se detenga a disidentes venezolanos «con alevosía, nocturnidad y exceso de violencia» (incluso se permiten hablar de «rapto»). ¿Se han olvidado de que la práctica totalidad de los arrestos en este país han sido de madrugada, con gran ostentación de armas y, como indica la definición de alevosía, «con aprovechamiento de un estado de indefensión»? Y, hablando de rapto, ¿como se puede definir que a un joven que va a echar la basura le introduzcan a la fuerza a un coche camuflado y se lo lleven a toda velocidad, sin testigos, como sucedió el 30 de setiembre de 2013 en Andoain?

Otro ejemplo, el sucedido un año antes en esta misma localidad, donde la Ertzaintza cargó con gran violencia contra el recibimiento a un joven que permaneció encarcelado año y medio, pese a que finalmente fue absuelto. Aquel día, los agentes hicieron callar y arrojaron al suelo el violín de la joven que lo tocaba.

No puedo evitar acordarme de ello cuando veo las entrevistas a Wuilly Arteaga, el violinista venezolano convertido en símbolo de las protestas contra el Gobierno después de que los policías le destrozaran su violín. Dos casos muy similares para un tratamiento tan diferenciado, ¿verdad?