Arturo Puente
Periodista
JO PUNTUA

El Senado, a Gernika

De las crisis constitucionales se aprovecha todo. Esta parece ser la única consigna del PNV en el punto más álgido del desafío democrático lanzado por las instituciones catalanas. Según las instituciones catalanas mantienen en pie su firme voluntad de mantener el referéndum, al Gobierno español le menguan las opciones que no pasen por la represión abierta, algo que siempre genera ciertos problemas de imagen.

El PNV, hábil, ha decidido exprimir esa debilidad del PP para sacar acuerdos. Pero a cambio Urkullu ha sido explícito a la hora de no reconocer el 1 de octubre como un referéndum. Un entendimiento entre ambos partidos que no solo refuerza al Gobierno español en general –en medio, por cierto, de una crisis de estabilidad provocada también por la corrupción–, sino sobre todo en su posición respecto a Catalunya. Los acuerdos entre jeltzales y conservadores españoles se han sucedido durante la legislatura. Garoña, la actualización del cupo, el pacto energético o las inversiones en infraestructuras ferroviarias, todo engrasado gracias al pacto presupuestario. Incluso se habla de pasos más complicados en el futuro, como en política penitenciaria. La debilidad infligida por Catalunya al Gobierno parecería ser un coladero para el PNV.

Pero la mayoría de los supuestos éxitos son más bien medidas que vienen a acabar con situaciones de injusticia o compromisos que estar cumplidos hace tiempo. La duda es, por tanto, qué serán capaces de conseguir los jeltzales cuando el saco de los agravios comience a estar vacío. La lógica dictaría que entonces comenzasen a tirar de las golosas ofertas hechas a Catalunya en los últimos años. Por ejemplo, aquella de trasladar el Senado a Barcelona. Visto que los desagradecidos catalanes no lo aceptaron a cambio de olvidarse de votar, el PNV debería traer la Cámara Baja, para cuyo emplazamiento no se me ocurre nada mejor que la casa de juntas de Gernika. A buen seguro convertir el símbolo del autogobierno vasco en el escenario de la suspensión de la autonomía catalana sería muy bien pagado al PNV. Porque, al final, parece que eso es de lo único que se trata.