Ocurrencias municipales para los barrios altos
He de confesar que, a pesar de que son muchas las anécdotas que recuerdo en los años que sigo con mayor o menor intensidad la actividad del Consistorio bilbaíno, no dejo de sorprenderme. Desde las siestas a pierna suelta de alguna concejala hasta los maratones plenarios obligados por la poca costumbre de algún primer edil a madrugar.
Hace una semana, diferentes mociones relacionadas con el turismo marcaron el pleno mensual. Punto a punto se fueron sucediendo los debates entre ediles. Todo transcurría por los cauces habituales hasta que llegaron las iniciativas ciudadanas. En la penúltima del orden del día, la asociación vecinal Bihotzaran, de Arangoiti, solicitó que no se subiera el precio del autobús lanzadera A-6, que les comunica con Deustu, y la construcción de un segundo ascensor, que dé servicio a la zona baja del barrio y descongestione de usuarios el actual elevador.
El Gobierno Aburto rechazó mantener una tarifa reducida para ese autobús, aunque el concejal delegado de Movilidad, Alfonso Gil, sí se comprometió a estudiar la posibilidad de dotar a este barrio alto con un nuevo elevador. Se sucedían las intervenciones hasta que el también portavoz del PSE se descolgó con una promesa: «Para diciembre del 18, los vecinos de Arangoiti subirán en bicicleta pública hasta su casa».
No es que ascender hasta uno de los barrios más altos de la villa sea como hacerlo a Urkiola, pero se las trae. Gil defiende que la bicicleta eléctrica es la solución, a otros nos suena a ocurrencia y a un modo de escurrir el bulto.