La cera
Creíamos que no había más cera que la que arde, pero también existe desde ayer la cera que deja la huella de la solidaridad de una sociedad ante las desmesuras de un Estado que está retratándose de manera rotunda. Los cientos de miles de catalanas y catalanes que se manifestaron en Barcelona pidiendo la libertad de los Jordis, con pancartas, carteles y velas, han dejado su recorrido recubierto de una cera que recuerda el acto, que deja testimonio de un pueblo en lucha. Los operarios municipales han tenido que utilizar todos su medios técnicos para retirarla del asfalto, de la Diagonal, antes llamada Avenida del Generalísimo Francisco Franco. Una manifestación desde el paseo de Gràcia hasta la plaza Francesc Maciá, antes Calvo Sotelo. Es decir, el itinerario no fue casual, fue pensado de manera estratégica y era parte del mensaje.
Esta cera dará que hablar. Una cera aprovechada para seguir con las mentiras y las intoxicaciones. Ver 24 horas de TVE es asistir a un akelarre de manipulación violenta. Claman por el 155 como si eso fuera otra cosa que agravar la situación, que llevar al límite su golpe constitucional para acabar con el autogobierno de Catalunya. Y sí, hay presos políticos en España. Los ha habido durante décadas, los sigue habiendo y van a crecer, ahora con filiación catalana, porque a los vascos ya los tienen podridos. La sesión del parlamento español de ayer fue una previa del desquiciamiento en el que entraremos a partir de hoy. Las consignas del PPSOE son lamentables. Sánchez se ha vuelto susanista a la primera ocasión. No hay tregua. De momento. Y van a dar cera a discreción en todos los frentes. Lo más conmovedor de la concentración barcelonesa fueron esos magníficos cinco minutos de silencio que resonaron solemnemente en todo el universo. Seguimos muy atentos a las pantallas.