Un españolista inteligente se acercaría con una propuesta razonable. Pero España es mucha España; su estrategia ha sido siempre ganar tiempo, es una cultura cortoplacista y mantener un año más la unidad del Estado ya lo ven como un triunfo». Esta reflexión es de Mario Zubiaga y fue publicada en este periódico en la campaña de las elecciones autonómicas de 2012. Me he acordado mucho de estas palabras últimamente.

Al Estado no le ha importado dinamitar los puentes con la sociedad catalana y derruir el andamiaje del 78 con tal de preservar, momentáneamente, el sometimiento de esa nación. Ya veremos si la maniobra le dura unas horas, unos días o algún año, pero la fractura es inmensa y la amenaza no es suficiente pegamento.

Por otra parte, y a falta de fuerza armada equiparable, el reconocimiento internacional es clave en el tránsito a la independencia, y el procés ha mostrado qué se puede esperar de Europa. Muy poco. Las instituciones actúan como los seres vivos: maximizando beneficios y minimizando riesgos. Y a la UE no le sale a cuenta ahora interceder en un conflicto donde no ve beneficio y sí riesgo. Para lograr su implicación habría que cambiar las coordenadas, hacer que la situación en Catalunya fuera tan inestable, insurreccional, que se viera impelida a actuar. ¿Cómo se logra? El 20S y el 1O dieron la clave. Ahora toca mantenerlo en el tiempo, y seguro que la inteligencia testicular española les ayuda.

Con todo, acabe como acabe este envite, no está de más recordar que no es la arrolladora tormenta la que cambia el paisaje, sino la implacable erosión. Tesón, determinación y paciencia. Segur que tomba!