No es de reír
La situación general no es de reír, pero en uno de los programas emblema de la televisión autonómica catalana TV3, “Polònia”, que se dedica a la sátira política, decidieron no emitir su programa el jueves día 2 debido a que habían sido enviados a prisión varios miembros del Govern, que acostumbran a ser personajes de sus parodias. El cartel decía: «Aguil no hi ha programa. No tenim ganas de riure». Y sí, parece que no es para reír el ambiente que nos rodea. Las cosas suceden de manera insufrible, no es cuestión de razonar, sino de comprender algo de lo que nos proporciona la realidad socio-política-judicial y mediática.
Una toma de postura del programa de la productora Minoría Absoluta, que fue aceptada por la dirección del ente catalán, que refleja un valor añadido. Un compromiso con su propia audiencia, pues la ideología que preside este extraño divertimento político, un parangón, para entendernos con “Vaya semanita” de sus mejores tiempos, y que forma una de las propuestas más delirantes y que rozan siempre lo políticamente correcto que es su aportación, reírse con inteligencia de los que está sucediendo.
Motivos para reír o no reír, pero algo está pasando con la edición actual del Gran Hermano que le han añadido ese Revolution a su nombre que no significa casi nada y que parece estar de capa caída. Mínimos históricos. Y no es la primera vez en esta edición. Es como si a Jorge Javier Vázquez se le estuviera acabando la estrella que le ha convertido en un acaparador de audiencias. GH es un programa emblemático para Telecinco e inauguró una época de la televisión creando famosos de la nada. Puede ser que la fórmula esté agotada o que el exceso de programas similares empiece a saturar a la clientela, que no se olvide es un conglomerado de individuos que van cambiando. Pero no es de reír.