Raimundo Fitero
DE REOJO

Precuela

Al ver e “El joven Sheldon”, que es la precuela de “Big Bang Theory”, así como un reportaje sobre los motivos de hacer esta serie y de sus creadores y actores, uno llega a la conclusión de que lo que dijo Eduard Fernández en “Late motiv” de Buenafuente es una de esas verdades rotundas que adquieren valor filosófico. Preguntado sobre si se iría a Hollywood a trabajar, contestó de manera súbita que no. Y después con mucha socarronería aseguró que se pone a ver películas y series americanas y llega a la conclusión de que «lo hacen muy bien, no me necesitan». Y así es, lo hacen muy bien.

La del joven Sheldon es una magnífica comedia, con un reparto estelar, con otro tono, absolutamente distinto, que se puede ver sin haber visto nunca al maduro Sheldon, pero que demuestra que se puede hacer arte de consumo con ambición artística, a base de tener muy claro qué es exactamente lo que se busca, con qué material se cuenta y qué se quiere contar. Y así, sin entra en detalles, muestra los problemas de una familia normal – son de clase obrera–, cuando se enfrenta a un niño que tiene altas capacidades intelectuales, es decir, es un superdotado en un mundo de mediocridad consumista. Sabiendo que visionamos normalmente las series traducidas y dobladas, encontramos en los guiones y los diálogos mucha luz, mucha sabiduría, muchos estratos de profesionalidad.

Un joven director cántabro que va a dirigir en breve en Hollywood explicaba que para ser aceptado su proyecto pasó por una serie de audiciones en donde equipos de diferentes sectores de la producción le iban haciendo preguntas y él «contaba la película», hasta que convenció a esas decenas de especialistas y le dieron vía libre. Es decir, no se hace por capricho, sino que es una industria que busca la excelencia.