Ramón SOLA
ELECCIONES BAJO EL 155 EN CATALUNYA

EL CASO SIJENA AGRAVA LA SENSACIÓN DE COLONIALISMO Y EXPOLIO EN CATALUNYA

EL «GUERNICA» NO ESTÁ EN GERNIKA, LA DAMA DE ELCHE REPOSA IGUALMENTE EN MADRID Y AHORA EL 155 HA ABIERTO LA PUERTA PARA QUE UN PUEBLO OSCENSE DE 600 HABITANTES RECUPERE 44 PIEZAS DE ARTE RELIGIOSO VENDIDAS EN SU DÍA A LA GENERALITAT. EL MALESTAR ERA GRANDE ANTE EL MUSEU DE LLEIDA, MÁS ALLÁ DEL INDEPENDENTISMO.

Y todo ello agravado por cómo se materializó la operación, más bien incautación. Mientras los más optimistas esperaban una paralización cautelar al haber varios recursos en marcha y los responsables del Museu pensaban que en el peor de los casos la Guardia Civil aparecería a las 8.00, hora de apertura, fue en plena madrugada, entre las 3.00 y las 4.00, cuando los uniformados acompañados por técnicos de conservación artística allanaron la pinacoteca. A la alevosía del 155 se le sumaba la nocturnidad del instituto militar. El motivo era evidente: los Comités de Defensa de la República, apoyados por la CUP, habían llamado a «tomar un café» en esa zona a las 7.30. A medianoche del domingo ya se había concentrado allí un pequeño grupo.

Las casi once horas de intervención en el Museo de Lleida dispararon la polémica política y mostraron un enfado ciudadano que iba mucho más allá del independentismo. Los empujones y algún porrazo, a primera hora de la mañana, fueron para los CDR, pero por allí pasaron luego cientos de personas con el lazo amarillo en la solapa, directores de otros museos catalanes indignados por algo que subrayan como inédito, profesores y alumnos juntos... Las iras se repartían entre los Mossos, que apoyaron a la Guardia Civil con un fenomenal contingente de más de 20 furgonetas que cortó todas las entradas al Museu, y los medios españoles, tildados una y otra vez de «manipuladores» y «mentirosos». A la Policía autonómica se le acusó de actuar como «mercenarios del 155» y se le propuso «que se besen» con la Guardia Civil. No ayudó a rebajar la tensión que desde las alturas del Museu un agente se dedicara insistentemente a grabar con cámara de vídeo a los concentrados.

A las 14.00, la furgoneta que llevaba las piezas partió camino de Sijena –Sixena en catalán–, donde fueron recibidas por los vecinos con aplausos, mientras sobre todo en las redes sociales la maniobra se celebraba como una reconquista. El litigio, con todo, parece lejos de acabar pese a esta apuesta por los hechos consumados. No solo porque hay recursos en marcha, sino porque se abre la vía para que desde Huesca se reclamen otras piezas del antiguo tesoro de Sijena, alguna de las cuales está en el Museo del Prado pero sin que esto parezca interesar a la opinión pública española. También flota en el aire la pregunta de si al llevarse las piezas se va a devolver a la Generalitat el dinero pagado por ellas entre los años 80 y 90 (unos 300.000 euros). Y ¿en cuánto habría que tasar las labores de restauración desarrolladas desde entonces, a las que aludía una pancarta colgada ante el Museu?

Nada de esto está sobre la mesa y ello aumenta la sensación de agravio en Catalunya. Se recuerda además que la pasada semana la formación valenciana Compromís reclamó la devolución de la Dama de Elche a su localidad sin lograrla. El caso del ‘‘Guernica’’, retenido igualmente en Madrid, también ha vuelto a primera plana estas semanas.

Impacto electoral

Desde Bruselas, Carles Puigdemont recordó que esto no hubiera ocurrido sin el 155 que ha convertido al ministro español Iñigo Méndez de Vigo en conseller de facto nada interesado en defender los intereses catalanes. Marta Rovira (ERC) añadió la «desmesura» de mandar a la Guardia Civil de madrugada. Y Carles Riera (CUP) lo insertó en la lógica colonial: «A la conquista siempre le sucede el saqueo».

Mientras, PP y C’s dicen, con la boca pequeña y esa media sonrisa que acompaña siempre a las proclamas de acatamiento judicial, que hubieran preferido que las piezas siguieran en Catalunya, pero que la ley debe cumplirse. Y el peor parado de este incidente viral con tanta carga simbólica parece el PSC, no solo porque el candidato Miquel Iceta se declaró incómodo con la situación, sino porque queda muy tocada la figura de Àngel Ros, alcalde de Lleida y además presidente del PSC.

El malestar en la ciudad hizo que Ros acudiera a medianoche del domingo al Museu y tildara lo que iba a ocurrir de «incendio cultural», pero sin tomar ninguna iniciativa concreta más. Esto hizo que en las protestas de ayer fuera tildado de nuevo de «traidor» (como ante el 1-0) y se coreara incluso que quien debía ir en ese furgón no eran las piezas artísticas sino el alcalde. No es la primera vez, seguramente tampoco la última, que el PSC aparece como tonto útil del 155.