Ainara Lertxundi
Periodista
IKUSMIRA

Etchecolatz a casa con todos sus secretos

El mismo día en que las Abuelas de Plaza de Mayo informaron del hallazgo de la última nieta sustraída durante la dictadura cívico-militar el pasado 28 de diciembre, un tribunal argentino concedió la prisión domiciliaria al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, exjefe de la Dirección General de Investigaciones de la Policía de la provincia de Buenos Aires condenado a cuatro cadenas perpetuas. Fue uno de los artífices de la «Noche de los Lápices», el secuestro y desaparición de seis estudiantes de secundaria, y es quien también podría arrojar luz sobre el paradero de Clara Anahí, la bebé de tres meses desaparecida tras el operativo que el propio Etchecolatz dirigió junto a Ramón Camps contra la casa de sus padres. A sus 93 años, su abuela aún la busca.

Este 2 de enero, otro tribunal otorgó beneficios extraordinarios a quien fuera jefe de la maternidad clandestina que operó en el centro de detención de Campo de Mayo, Norberto Bianco. Se estima que 30 bebés nacieron en ese lugar. El propio Bianco se apropió de dos y repartió a menores entre familias afines a la dictadura. Ahora podrá pasar dos meses en la localidad balneario de Mar de Ajó. En su historial figuran dos fugas, una en 1986 y otra en 2002, ambas a Paraguay.

El día 5, se concedió prisión domiciliaria al exjefe de Inteligencia de la Policía Antonio Musa Azar. Todas ellas señales inequívocas del rumbo que están tomando bajo el Gobierno de Macri las causas por los delitos cometidos durante la dictadura y que alejan un poco más la reparación y la verdad sobre los cerca de 300 nietos que faltan por localizar.