A la espera de un gesto del Supremo
Cuixart, Sànchez y Forn volvieron a declarar ayer ante el juez Llarena. Los tres asumieron en diversos grados las condiciones que en su día permitieron a la Mesa del Parlament evitar la prisión preventiva, lo cual no garantiza su puesta en libertad, sobre la que el magistrado decidirá tras escuchar a la Fiscalía. En Catalunya, Forcadell renunció definitivamente a presidir el Parlament, puesto para el que ahora suena el veterano Ernest Maragall.
Aunque nadie lo espera a estas alturas, en el soberanismo catalán nadie renuncia a la esperanza de que el juez del Tribunal Supremo que instruye la causa del 1-O, Pablo Llarena, cambie su decisión acerca del encarcelamiento preventivo de los cuatro presos políticos del independentismo catalán. El magistrado, que ha citado a declarar a finales de este mes a los cuatro exconsellers que dejaron el Govern en junio –además del exdirector de los Mossos, Albert Batlle, y el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos–, escuchó ayer a Jordi Sànchez, Jordi Cuixart y Joaquim Forn, que volvieron a reclamar formalmente su puesta en libertad. Tras oír a la Fiscalía, en los próximos días se pronunciará Llarena, tutor de la política catalana por la vía de los hechos.
Como ha ocurrido con comparecencias anteriores, las filtraciones acerca de lo declarado inundaron rápidamente las ediciones digitales de los medios, a menudo con versiones contradictorias. Con todo, prácticamente todos coincidieron en señalar que, en diversos grados, los tres dirigentes soberanistas siguieron el guion marcado de rechazar la unilateralidad y considerar como simbólica la declaración de independencia del 27 de octubre. También habrían apuntado, según la mayoría de versiones, que solo será válido aquel referéndum que cuente con el aval del Estado.
Más concretamente, el exlíder de la ANC y número dos de Junts per Catalunya, Jordi Sànchez, habría prometido renunciar al escaño si el nuevo Govern insistiese en la unilateralidad, mientras que Forn habría anunciado que no volverá a ser conseller. La actitud con la que los dirigentes afrontan las declaraciones judiciales la resumió en las redes sociales el creador del afamado programa de sátira política “Polonia”, Toni Soler: «Yo al juez le diría que estoy en contra de la vía unilateral, que soy del Madrid y que con Franco esto no pasaba». Intentar hurgar –a través de las pertinentes filtraciones– en las contradicciones que podrían suponer declaraciones judiciales como estas se ha demostrado como un esfuerzo baldío para el Estado español. La flexible cintura catalana es a prueba de bombas.
¿Maragall, al Parlament?
Ayer se confirmó también la renuncia de Carme Forcadell a repetir como presidenta del Parlament. La exlíder de la ANC, que conservará su escaño como diputada de ERC, explicó que la decisión es fruto de la recomendación de sus abogados y añadió que «el nuevo momento político requiere una figura nueva libre de procesos judiciales». Según el preacuerdo entre JxCat y ERC, el nombramiento de dicha figura recae sobre Esquerra y, aunque no hay sustituto a la vista, ayer empezó a circular el nombre del veterano Ernest Maragall, exconseller del PSC y hermano del expresident.
La figura del president de la Cámara será crucial desde el primer día si el independentismo finalmente opta por la investidura a distancia de Carles Puigdemont, contra la que cada vez se alzan más voces, desde los servicios jurídicos del Gobierno español a los Comuns.