Raimundo Fitero
DE REOJO

Croquetas

Pues así es, aunque cueste creerlo, ayer se celebró el día de la croqueta. No sé si era un día local, autonómico, estatal, europeo, mundial, global o universal, pero si hemos llegado a esta precisión onomástica, yo quisiera que me dijeran cuándo se celebra el día de la torrija borracha. ¿No conocen? Bueno, otro día les doy la receta. Porque yo me pasé ayer viendo croquetas de toda índole y contenido. Hay establecimientos dedicados a ello, con especialidades para desayunar, para el vermú, para la comida rápida, la merienda o la noche. Croquetas de cacao, de helado de papaya o hasta unas que dentro solamente llevan aire. La croqueta como signo de identidad, como orgullo, como estirpe. Las croquetas de la abuela. Por cierto, ¿recuerdan a Txusmari Alfaro, el que tenía un programa televisivo llamado “La Botica de la Abuela? Pues bien, ha aparecido en un encuentro de fanáticos de las soluciones mágicas en la vida y la muerte, donde se dedicaron varios días, unas docenas de supuestos especialistas a tratar de minimizar el cáncer, y allí, con más cara que espalda, dijo que ante el cáncer de mama, lo mejor, es “no hacer nada”. Bueno, rezar, al menos Txusmari, que en Arguedas se habla mucho de tus  croquetas de agua de borrajas.

Pues decía que croqueta, concreta, cocreta, o alguna de sus otras acepciones populares se convierte casi siempre en un complemento directo de cada evento familiar, pero ahora puede llegar a ser hasta símbolo de una gilipollada mayor: Tabarnia, esa ocurrencia que empieza a tomar forma de esperpento político, una mamarrachada que bien alimentada por la prensa afecta al régimen de M. Rajoy, se va a convertir en un problema poco serio porque ha aparecido nada menos que Albert Boadella para proclamarse su president en el exilio. Este juglar está exiliado de sus propias croquetas.