Raimundo Fitero
DE REOJO

Handia

Contradicciones de un mundo errático: probablemente la trigésima segunda edición de la gala de los Goya haya sido la peor presentada, la peor técnicamente, la peor organizada, con un decorado horrible, unos presentadores absolutamente fuera de tono, pero a la vez ha sido una de las galas que más he disfrutado por cuestiones emocionales, profesionales, de extrañeza y de reconocimiento. Miren, por mucho que reivindicaran Albacete, en esta gala, en lo sustancial, los premios, se habló en euskara, catalán e inglés.

Nunca se había visto en la capital del reino de España un desembarco de talento vasco de estas magnitudes. La cantidad, en este caso, es símbolo de triunfo. Quizás se diga que los premios gordos, el de mejor película, mejor dirección y etcétera fueron para Coixet, para “La Librería”, pero diez Goya, es una cifra para estar contentos. Y a la vez para entrar en la contradicción histórica, o para apuntarse a un bombardeo: ahora que no hay vestigios propagandísticos del “cine vasco”, va y una película en euskara rompe los esquemas. Y esperamos que a partir de ahora rompa las taquillas, es decir se vea, se celebre, se aproveche de este tirón. Y en cada premio un primer saludo en euskara, y cuando salía un actor, actriz o directora catalana, hablaba en castellano, ¿qué pasó? Hasta uno de los productores de “La Librería” saludó en euskara. Sucede, a mi entender, que está ahora estigmatizado lo catalán. Y lo vasco, con asuntos de leyenda, se aplaude. Y si una catalana, que no es independentista, hace una película en inglés, se la premia. Y con merecimientos. Lo de los presentadores es uno de los fracasos totales más innegables acontecidos en los últimos tiempos televisivos. Este es el fenómeno: “Handia”, cine en euskera, hecho en Euskadi con equipo vasco y premios españoles. Una gran noticia cultural.