¿Por qué se permite la destrucción de Vicinay?
El desarrollo industrial ha marcado la historia de nuestro país. Nadie lo pone en duda, al igual que el declive de esa actividad ha convertido a espacios colmatados antaño de fábricas en terreno donde los chatarreros buscan su botín. No hace falta remontarse mucho tiempo para recordar el expolio en las instalaciones de Babcock & Wilcox, en Sestao y Trapagaran. En mayo de 2016, la diputada de Euskara y Cultura, Lorea Bilbao, anunció en las Juntas Generales de Bizkaia su intención de entablar contactos con otras administraciones para establecer «criterios» para la protección del patrimonio industrial.
Edificios industriales de gran importancia, a juicio de los expertos, no han tenido la fortuna de lograr ese amparo y han caído a golpe de piqueta e incendio provocado para extraer toneladas de chatarra. En el Plan Especial de Zorrotzaurre está previsto la conservación de 19 inmuebles, uno de ellos es el archivo de Vicinay Cadenas, que antes lo fue del Banco Bilbao.
A finales de enero, el edificio que proyectó en 1946 el prestigioso arquitecto Ricardo Bastida quedó vacío y comenzó el expolio ante la alarma de los vecinos de Deustuibarra. Han tenido que ser estos los que hayan decidido actuar para preservar un equipamiento que está destinado a ser de uso público. No es comprensible la desidia institucional conociendo casos similares.
A las autoridades no les debe importar ni la devastación del edificio ni que quienes habitan el futuro «Manhattan de Bilbao» llevan años reivindicando unos locales para el barrio. ¿Por qué permiten la destrucción de Vicinay?