Xabier Oleaga Arondo
Directivo de Garen Enpresarien Elkartea
GAURKOA

Informe PwC, no en nuestro nombre

Interesante, controvertido y oscurantista. Son las expresiones con las que, desde la modestia pero también la convicción, calificaría el recientemente conocido informe PwC sobre economía vasca. “Temas candentes de la economía vasca, la visión de los empresarios”, es el título de este informe elaborado por la prestigiosa consultora multinacional PricewaterhouseCoopers. Está obteniendo un considerable eco, como era de esperar de esta firma influencer, tras su presentación en un conocido foro bilbaino con presencia de la élite institucional autonómica y territorial, así como de determinados agentes económicos

Empezaremos por la tercera de las expresiones expuestas. Las consultoras acostumbran a realizar este tipo de estudios por encargo de alguien. No suelen ser baratos y menos, estoy convencido, los de multinacionales como la presente.

Sin embargo, lo habitual es que se haga público el nombre de la entidad demandante. No es una cuestión baladí. Permite definir el contexto del informe, algo trascendental a la hora de interpretar el mismo. Ocultar la identidad del peticionario representa, por un lado, un acto nada inocente y, por otro, hurtar el acceso a ese análisis contextual tan básico. Precisamente eso ha ocurrido en este caso.

El resultado del estudio realizado ha sido el esperado, por otra parte, teniendo en cuenta que el segmento elegido para ser encuestado. A juzgar por las conclusiones, ha debido de ser lo más rancio, socialmente hablando, de nuestra élite empresarial.

En lo social, imagínenselo, impuestos no, sueldos bajos, no abonar sueldo completo en periodos de baja, flexibilidad en los contratos, fuera sindicalismo contestatario, ventajas del estatalismo como marco de convenio, resistencia institucional frente a la presión social… todo en nombre de la competitividad, claro está. Como si en los países escandinavos, donde la fiscalidad está muy por encima de la de aquí y los sueldos son manifiestamente más altos que los de aquí, las empresas fueran menos competitivas en el mercado.

«La fiscalidad es indudablemente un elemento de competitividad», llega a remarcar el estudio. Sin reparar en que no menos dudoso es que la fiscalidad básicamente es un concepto asociado a la gestión del interés común y la compensación de las desigualdades en un marco de cohesión social.

Se cierra el capítulo con una mención premonitoria. Habla de ETA y dicen que «hace 20 años esto era un condicionante importante para retener o atraer empresas o centros de decisión (...) actualmente cobra mucha mayor importancia la competitividad de la economía vasca». Es decir que ahora solo falta borrar de la faz los impuestos y los sueldos dignos para alcanzar el Edén de los encuestados, en su particular visión del ser humano y de la sociedad.

A instancias del equipo encuestador, los sondeados se arrancan incluso en el “tablao” educativo, ponderando sobre los sueldos de los maestros, añorando su autoridad y reconocimiento social perdidos y, cómo no, de que «la universidad debiera (...) aportar formación cualificada en aquellas materias que demanda la sociedad». Equiparando, como se ve, «sociedad» y «mercado», al tiempo que lamentándose previamente de que contamos con «un nivel universitario muy superior a la media europea».

A lo que no hace ascos es a entrar en política, y ahí sí nuestros líderes institucionales son motivo de calurosa acogida, en nombre de la estabilidad, mientras la cruz es para los sindicatos.

«Euskadi se ha convertido en los últimos años en un referente a nivel estatal, gracias sobre todo a su estabilidad política e institucional», dice nuestra élite empresarial. El presidente de PwC España, Gonzalo Sánchez, subraya que «el acuerdo de coalición entre los nacionalistas y el Partido Socialista de Euskadi ha aportado equilibrio y consistencia a la gestión de gobierno y eliminado dudas sobre la orientación de la política económica».

La «crisis catalana» también está presente en el informe. El presidente indica que «ha despertado algunas inquietudes», pero se muestra tranquilo porque entiende que en el Gobierno Vasco afectará «más en el ámbito del discurso que en la práctica».

Están claras sus preferencias y su lectura de los hechos.

En lo concerniente a la cuestión estatutaria, según este informe los interlocutores de nuestras «empresas importantes» (sic) son en realidad partidarios de «ejercer más y mejor las actuales competencias».

Por lo que respecta al Concierto Económico, se muestran en general satisfechos. De realizarse alguna reforma, habría que hacerlo para, adivínenlo, «abordar cuestiones referidas a los impuestos indirectos, al Impuesto sobre Sociedades y la tributación de las exportaciones». Ambos habría que rebajarlos, claro está, hasta «situarse algo por debajo [de la media europea] con el fin de ganar competitividad».

Donde los consultados parecen sufrir irremediablemente de pitiriasis es en lo que afecta a la mujer y los hábitos sociales ligados a ella. Hablando de la «cuestión demográfica» entienden, según el informe, que es necesario «un cambio en los valores sociales». La nostalgia aflora al observar que «hace décadas casarse y tener hijos era un valor social importante, por encima de la carrera profesional, por lo menos de uno de los miembros de la pareja. Ahora los dos miembros de la pareja anteponen su carrera profesional y saben que si desaparecen de la empresa su puesto lo ocuparán otras personas».

Lo señalan, como ven, eludiendo eufemísticamente que ha sido siempre la mujer la encargada de la crianza, o la profesionalmente sacrificada, y sin mencionar necesidad alguna de que las empresas deban adecuarse a los requerimientos de la maternidad.

Parece que al menos alguno de los encuestados en este capítulo entendió que «con sueldos de 800 euros mensuales no es de extrañar que los jóvenes no quieran crear familias» y que se necesitan «empleos que permitan ofrecer trabajo estable y bien remunerado».

Estoy seguro de que muchos empresarios y empresarias en nuestro país se identifican con las posiciones de la élite encuestada. Pero estoy seguro de que muchos otros y otras en absoluto comparten las mismas.

Sin embargo, alguien ha decidido hacer valer dichas opiniones sobre otras, y ha elegido sondear a «presidentes, consejeros delegados y máximos ejecutivos de las principales empresas vascas», según explica en su informe la PwC, porque busca ese y no otro resultado. Un resultado sobre el que previsiblemente se intenten sostener determinadas políticas a futuro inmediato. Por eso, más importante que saber quién ha hecho el estudio es conocer la identidad de quién lo encargó y con qué criterios.

Personalmente formo parte de Garen, una asociación empresarial especialmente orientada al empoderamiento de la pequeña y microempresa. A veces nos cuesta explicar a nuestros potenciales socios el porqué de la necesidad de agruparse. El presente estudio, del que nuestro segmento social está totalmente ausente, es un buen argumento puntual, en pequeña escala. Es una manera de que nadie ningunee al colectivo mayoritario de empresarias y empresarios del país.

Que nadie trate pues de condicionar políticas de futuro en esa dirección. Al menos, no en nuestro nombre.