Imanol Intziarte
Periodista
IKUSMIRA

Bolazos boomerang

Nevó en la costa, un fenómeno poco habitual. En Donostia pueden caer copos como balones Nivea, que no es oficial si Peio Ruiz Cabestany no se pasea por La Concha con sus esquís de fondo.

El otrora ciclista profesional es –dicho sea con ‘animus iocandi’– nuestro particular notario blanco, nuestra marmota Phil que, en vez de mirar hacia sus pies para comprobar si percibe o no su sombra, lo hace para ver si lleva las tablas bajo las botas.

Nevó en la costa, decíamos, con opiniones para todos los gustos. Nada más socorrido que quejarse del calor, el frío, la lluvia, la nieve, el viento sur… Afortunadamente no tenemos un botón para elegir qué tiempo va a hacer mañana. Cuando eso se invente la especie humana no sobrevivirá más de una semana.

Mientras los más pequeños disfrutaban haciendo muñecos y lanzándose bolas, otros pasaban las de Caín para llegar a su puesto de trabajo o cumplir con otros quehaceres, urgencias u obligaciones.

No faltó quien puso el grito en el cielo y llenó las redes de bolazos virtuales, reclamando al Ayuntamiento de turno poco menos que una flotilla de quitanieves, lo que sin lugar a dudas sería una inversión de lo más rentable.

El derecho ciudadano al pataleo es comprensible, pero deberíamos ser algo más exigentes con los políticos cuando están en la oposición, que algunos dan mucha grima.

No vaya a ser que suceda como con las piedras de Ondarreta, que tenían fácil solución –decían antes– pero ahí siguen gastando dinero. En adaptación libre de Spencer Tracy en ‘Capitanes intrépidos’, hay que comprobar hacia donde sopla el viento para no mearse en los zapatos.