Iruñea se abastecerá con energía verde y podrá venderla a sus vecinos
El Pleno del Ayuntamiento de Iruñea aprobó la creación de una nueva empresa pública que tendrá como objetivo, en un primer momento, saltarse intermediarios en el mercado energético y comprar solo a productores verdes. Una segunda fase abarcará la venta directa de energía a hogares vulnerables, con tarifas establecidas bajo criterios sociales
El Ayuntamiento de Iruñea ha aprobado la creación de lo que ha denominado como un «operador energético». El objetivo de esta sociedad limitada no será únicamente un ahorro en la factura de las farolas y los edificios públicos, sino que aspira a zambullirse en el confuso e hiperregulado mercado energético español para, en la medida de las posibilidades, introducir criterios éticos tanto desde el punto de vista ecológico como desde el social, arropando a aquellas familias que no pueden pagar a final de mes. Iruñea se coloca así en la punta de lanza de un fenómeno que están protagonizando ayuntamientos grandes y pequeños. Solo tiene a Barcelona por delante, cuyo proyecto es bastante similar al de Iruñea en radicalidad de planteamientos.
«De lo que se trata es de crear un ente propio instrumental que comprará y venderá energía», explica Joël Dozzi, responsable del Servicio de Energía Verde del Ayuntamiento. «Hubo que justificar que era más económico y eficiente, pero nos han salido ganancias desde el primer año de unos 150.000 euros en función de los costes de del año anterior», prosigue. Para este estudio se han trillado más de cuatro millones de datos de consumo y el resultado mejora los ratios de beneficio que surgieron en el primer estudio de viabilidad. El nuevo ente público tendrá forma de SL y arrancará con tres trabajadores: gerente, técnico y un administrativo.
La clave de esta sociedad está en cómo y a quién se vende la energía y en cómo y a quién se compra. Por el momento, la operadora municipal se dedicará a comprar megavatios en el mercado energético para vendérselos al propio ayuntamiento sin intermediarios. Así, la operadora suministrará la energía necesaria para el alumbrado y los edificios municipales. «Tenemos la ventaja de que el consumo del alumbrado es muy estable, por lo que la compra de energía resulta más barato y de ahí el importante ahorro», explica Dozzi.
Estos contratos constituyen la base sobre la que echar a andar, pero la operadora ambiciona ir un paso más allá. Si consolida su posición, la ley le permite abrirse a vender energía a particulares. Para alcanzar esta meta se han fijado un plazo de dos años. La previsión es que la empresa arranque vendiendo 26,6 gigavatios al año al Ayuntamiento y la normativa europea permitiría después ampliar esta cantidad para vender otros 6 Gigavatios a particulares. Y es ahí cuando el proyecto municipal se pone de verdad interesante.
Estos 6 Gigavatios cubrirían la demanda de entre 3.000 y 4.000 familias, sobre un total aproximado de 70.000 viviendas ocupadas en la ciudad. Es decir, aunque cifra es pequeña, tampoco es desdeñable. Lo que está en la cabeza del equipo de Gobierno es que la operadora se centre preferentemente en suministrar energía a viviendas en situación de «vulnerabilidad energética». Esto permitiría, por ejemplo, establecer para esas familias precios de la luz según renta, tarificaciones que primen el ahorro energético y, en casos extremos, evitar cortes de luz.
«Debemos tener en cuenta que las comercializadoras eléctricas habituales cortan la luz a familias en apuros porque para ellas al otro lado tienen a un cliente más. Pero si la comercializadora es en realidad el Ayuntamiento, su obligación es atender a un vecino en exclusión. Y nuestra operadora siempre tendrá un contacto más fluido con el área de Servicios Sociales del municipio», sostiene Dozzi.
El abanico de posibilidades sobre las tarifas y quienes serán los potenciales clientes hoy sigue abierto. De hecho, en Barcelona parece que se optará por un modelo no centrado únicamente en familias con problemas económicos, sino que su operadora venderá la energía tanto a hogares vulnerables como a otros con ingresos estables. La idea allá es compensar unas tarifas con otras y, de este modo, hacer a la empresa más rentable.
Adquisición de energía verde
La otra pata del proyecto pasa por abastecerse con energía verde. A día de hoy, la energía se compra, por ley, en Madrid. El sistema ya no es de subasta, pero sigue siendo complejísimo. Las ventas se hacen de un día para otro en función de cuánta energía se calcula que se necesitará cada hora. A dicho mercado acuden productores térmicos, nucleares, solares, eólicos... Cada uno fija un precio distinto, aunque al final del día se pagará a todos ellos el precio del megavatio más caro vendido. En esta primera fase para el nuevo ente público, la operadora de Iruñea trabajará con un agente de mercado para que adquiera esos 26,6 Gigavatios que necesita. Ahora bien, lo hará estableciendo el criterio de que su agente solo comprará energía a productores que hayan obtenido el certificado de energía renovable.
Eludir la obligación de acudir a ese mercado de la energía es algo bastante complicado, pues todo el sistema eléctrico está interconectado. Los productores vuelcan la energía a la red eléctrica y esta la lleva por cables de alta tensión que están gestionados de forma semipública. Después, la energía se vuelve a transformar y se lleva hasta las casas en cables más finos que pertenecen a empresas privadas que reciben el nombre de distribuidoras. Al final, nadie sabe de dónde viene el electrón que hace girar su lavadora.
Esta forma de funcionar plantea muchos retos, pero los técnicos de Iruñea creen que se puede trabajar con productores locales. Actualmente, en Iruñea hay 25 instalaciones de energía solar municipales que venden su energía en ese mercado madrileño. Además, están previstas otras tres instalaciones nuevas pensadas para el autoconsumo. Se han diseñado para el autoconsumo, precisamente, para burlar la obligación de acudir a esta particular Bolsa de megavatios madrileña.
Si en cuanto a la venta de energía la meta de la operadora está en definir las tarifas y el tipo de clientes, a la hora de comprar la principal aspiración del Ayuntamiento es llegar a un trato con la Mancomunidad de Iruñerria. «Hoy día, la Mancomunidad produce 40GW si sumamos lo que generan las hidroeléctricas de Eugi, Urtasun y Egillor a la producción de biogás de la depuradora de Arazuri y el vertedero de Góngora», explica Dozzi. De ellos, unos 10 Gigavatios son para autoabastecimiento de la Mancomunidad, lo cual arroja un excedente de unos 30 GW que acaban en este mercado energético de Madrid. Y aparentemente, con esa producción basta para cubrir las necesidades de la nueva operadora.
«Es difícil adquirir esa energía directamente, pero hay que explorarlo y pienso que es un horizonte bastante creíble», sostiene Dozzi. La vía para poder comprar la producción de la Mancomunidad (que tiene los certificados de energía renovable) pasaría por establecer un convenio bilateral. Hasta ahora, existen experiencias que funcionan con convenios bilaterales de este tipo, aunque por lo general son de magnitudes más pequeñas, como en polígonos industriales, etc. Cabe aclarar que un convenio así para saltarse el mercado energético y potenciar productores verdes locales requeriría de un permiso especial del Ministerio.
Una utopía cercana: Izaba
El hecho de que Iruñea se embarque en un proyecto pionero genera incertidumbres. Avilés, por ejemplo, ha optado únicamente por comprar directamente la energía del alumbrado en el mercado energético y quitarse intermediarios. En Gasteiz acaban de terminar un plan de viabilidad que contempla tanto el modelo de Iruñea con operadora propia como la opción de Avilés, que parece también la senda que tomará Zaragoza.
Sin embargo, hay un ejemplo cercano que avala la apuesta radical de Iruñea: Izaba. Esta localidad pirenaica navarra posee una central hidráulica y, además, es la dueña de sus cables (es decir, es también su propia distribuidora). Izaba pronto empezará a vender la luz a los vecinos. «Acabamos de poner en marcha la comercializadora y esperamos tener las primeras facturas a los vecinos en junio», explica Aitor Pérez, del grupo Uxin, que gobierna la localidad.
Casi la mitad de los 600 habitantes del pueblo han aceptado que sea su ayuntamiento quien les facture la luz. «Ha sido difícil, porque la gente es remolona, pero vamos bien», continúa Pérez. «Ricos no nos vamos a hacer, pero hemos conseguido ya sacar un puesto de trabajo, y encima de calidad en una zona compleja como es el Pirineo», continúa.
Con los cables de su propiedad y la central también, Izaba está a un paso de ser autosuficiente. El único problema lo tienen en verano, cuando el caudal ecológico del río Eska obliga a parar la central. «Estamos mirando ahora con el Gobierno de Nafarroa las posibilidades que hay: acumuladores, energía solar, etc.», dice Pérez que, por ahora, sostiene que el reto pasa por consolidar la comercializadora. En paralelo, comenzar a andar por esta senda les ha animado a introducir mejoras para su central, cuya tecnología es de los 70. Estos días, con las lluvias, están de enhorabuena y han conseguido el pico más salto de producción de las últimas décadas. Además, quieren aprovechar para convertir su central en un lugar para mostrar el potencial de las renovables. Porque ahora mismo, Izaba es un referente y una prueba de que las pequeñas administraciones pueden transformar un sector que hasta ahora ha sido coto privado de grandes empresas con conexiones con el poder.