Raimundo Fitero
DE REOJO

Manadas

Lo que se temía ha sucedido. Una sentencia que demuestra que existe metástasis de La Manada en todo el tejido social, periodístico, policial y judicial. Hay muchas manadas sueltas. Hay muchas manadas camufladas con piel de equidistantes y garantistas. Los mismos que juzgan y condenan inmediatamente a un independentista, a un cómico fuera del sistema, son de unas fauces y tragaderas inmensas cuando se trata de ver las salvajadas de una cuadrilla de descerebrados vinculados de manera fehaciente a los tétricos uniformes de la represión sistémica donde se alojan los brotes antidemocráticos y violentos más elocuentes y consentidos, capaces de funcionar como una banda de cobardes depredadores de jóvenes en fiestas populares, que además hacen publicidad de sus fechorías. Una salvajada que se perpetúa. Algo que es difícil de calibrar.

Esta sentencia calificando de abusos lo que es una clara agresión sexual, es un acto de incitación al terrorismo machista, a la violación. Abundando: uno de los jueces pide absolución en una adenda particular. Ese juez hará carrera política. Tiene todos los atributos para ello. Junto a sus impresentables abogados defensores de los indignos seres violentos. Los dos que han firmado lo de abusos, serán considerados unos rojos por algunas de las asociaciones del reaccionarismo español y periodistas asquerosamente machistas y violentos. Para otros, entre los que me cuento, son unos medrosos. No han hecho más que alargar el calvario.

Un capítulo nuevo de la negligente función de una justicia bajo sospecha, que aplica unas leyes nefastas por su carga ideológica de género y clase, con una flexibilidad que nos deja siempre en la miseria, en manos de una incertidumbre crónica, pues todo depende del lugar, el tiempo, el dinero, las circunstancias y las presiones mediáticas.