Paddy Moloney: «Y este amigo tuyo, de qué parte irlandesa de Euskadi es?»
Alboka debutaba en 1994 con disco homónimo, álbum base para las cuatro próximas experiencias. Con pausas, pero con el mismo entusiasmo y brillo llega «Lurra, ur, haize», revisión del folk y la canción tradicional que Alboka presenta mañana en el Patio de los Gigantes de Iruñea. 20.30.
Más de un decenio separan «Lurra, ur, haizea» (Aztarna) de su anterior disco, “Lau anaiak”, pero no hay distorsiones en la intencionalidad: aportar composiciones propias y rescatar piezas del cancionero tradicional euskaldun. Un equilibrio al que suman la mayor ambición musical actual mediante el uso de una instrumentación más variada y una amplia lista de colaboradores. El desfogue conduce a la grabación de diecisiete composiciones, una hora de intimidad, evocación, baile y lucimiento que se abre con la espléndida “12 kilo” y que ya orienta sobre lo que resta de escucha. Joxan Goikoetxea y el irlandés Alan Griffin, que llegó a Euskal Herria hace más de 30 años, ambos multiinstrumentistas, aunque con el acordeón y la alboka como ejes, son el espíritu y la tiza de Alboka, pero les acompañan cerca de una veintena de artistas. Entre otros, Xabi San Sebastian, voz, y Juanjo Otxandorena, bouzouki. Un todo complejo resuelto con la capacidad de una pareja que al margen de su lucidez musical añaden complicidad, conocimiento y un lenguaje musical que dominan más allá del término folk.
«Lurra, ur, haizea» incide en composiciones propias y rescate de canciones tradicionales revitalizadas con la visión de la pareja y las precisas colaboraciones. Un trabajo hermoso, inspirado, evocativo, de extrema calidad interpretativa y de una vigencia que extraña estar hablando de folk o tradición. «Lo que verdaderamente nos duele es leer a Aita Donostia diciendo que los recopiladores de hace cien años tenían la sensación de llegar a un tesoro de cual ya se había perdido más del 50%. Qué habría en ese otro resto... Es importante mantener bien sincronizadas la conciencia serena y despierta y el espíritu creativo joven y atrevido», señala Goikoetxea sobre la historia recuperada y la ausente.
Se recomienda visitar www.aztarna.com/lurraurhaize.htm, ya que Alan Griffin y Joxan Goikoetxea han realizado un trabajo explicativo tema por tema como pocas veces se habrá visto alrededor de un disco. Un esfuerzo impagable que se suma a la calidad de una propuesta que supera con amplitud las grabaciones anteriores.
¿Qué activa o recomienda reposo a Alboka?
Ja, ja, ja. Todavía no hemos sentido la necesidad de guardar reposo, puede ser que todavía no nos hayamos cansado lo suficiente. Lo que ocurre es que además del proyecto Alboka, tanto Alan como yo, estamos continuamente volcados en crear, producir y editar otros proyectos (Aintzina, Pier Paul Berzaitz, Halfway to Hell, etc...) Diríamos que hay un acuerdo tácito para practicar una especie de ‘poligamia’ artística y volver a Alboka cuando surgen ideas para un disco nuevo o cuando nos llaman para algún festival, concierto o colaboración puntual que afortunadamente todavía recibimos con asiduidad. Ahora nos tocaba dulce reencuentro.
¿Cómo y cuándo se formaliza su amistad? Son un poco como el perro y el gato, con algunos dardos de irónico sentido del humor. Ambos son de sonreír, además.
Alan, entre sus muchas virtudes tiene una que es la de hablar muy bien el inglés. Y claro, eso nos ha permitido desenvolvernos con soltura en muchas situaciones que hemos vivido en nuestras giras en el extranjero. Yo, obligado a hablar en las presentaciones de los conciertos de las mismas conseguí que finalmente rompiera su promesa de no hablar al no sentirse ‘homologado’ desde su condición de vasco sin pureza, es decir, extranjero. Conseguí provocarle presentándolo como ‘el mejor tocador irlandés de Alboka de todo el mundo. ¡El mejor y el único!’. Recuerdo el día en el que Paddy Moloney (The Chieftains) me preguntó: ‘Y este amigo tuyo, de qué parte irlandesa de Euskadi es?’. Estas y otras muchas situaciones ‘idiomáticas y lingüísticas’ nos han llevado a desarrollar esa especial relación que nos ha dado mucho juego y de la que disfrutamos sanamente. En ella además del humor y la ironía, surgen muchas cuestiones interesantes como su visión analítica y crítica desde el exterior o el del posible interés o necesidad de la pureza y la contaminación en cuestiones de tradición.
Se conocen desde hace mucho, antes del momento Alboka.
Conocí a Alan allá por 1987 en una sidrería de Hernani en la que cenamos junto con el grupo Ganbara y el grupo irlandés De Dannan. Ese glorioso día además de conocer a Alan conocí al célebre acordeonista Martin O´Connor. De allí al poco ambos comenzamos a acompañar a Txomin Artola y Amaia Zubiria con quien grabamos tres discos (Folk-Lore sorta) y dimos un buen número de conciertos.
El título del disco parte de otro irlandés, Ron Kavana, un prolijo músico que ha tocado desde folk a ritmo y blues o soul... Su original se titula «Reconciliation». Aquí Harkaitz Cano echa una mano con la adaptación libre.?
En alguno de nuestros largos viajes, Alan me habló de ese cantante y en concreto de esta canción. Probablemente estaríamos hablando de las complicadas vicisitudes que vive nuestro pueblo y nuestro país y lo complicado de encontrar caminos y soluciones. Nos ha tocado explicar y tener que hablar de ello en muchas ocasiones en distintos países corroborando aquello de que los músicos y artistas en general nos convertimos en muchas ocasiones en los verdaderos embajadores de nuestro país, nuestra cultura y nuestra lengua. La letra de ‘Reconciliation’ no habla específicamente sobre un tipo de relación o conflicto, bien podría ser una relación sentimental o bien una relación de otro tipo como la que imaginamos todos rápidamente... Pero la verdad es que el lirismo de su melodía tiene cierto efecto balsámico.
Hay una canción que les deja mal a los instrumentistas (jeje), un momento, otro más, sublime, «Gahiañhera, abilua». De nuevo un trabajo de mirada al pasado, de recuperación del bagaje tradicional.
El hecho de encontrar en nuestro manido cancionero tradicional una canción de esta hermosura, que no nos consta haya grabado nadie y que actualmente no se canta, nos produce una doble sensación. Placer por un lado, como el que siente el que pisa la nieve virgen, pero de tristeza por el otro; tristeza de ver cómo estos tesoros de nuestro acervo quedan en el olvido. Esta canción zuberotarra nos ha permitido experimentar con el cercano y entusiasta Coro Landarbaso y sus voces masculinas que pretendíamos utilizar al estilo de las voces sardas o las de Georgia. ‘Nulaz düdan khantatzen, alagera gabe...’. El eterno lamento del vasco.
No menos emocionante por otras circunstancias musicales es la breve «Beste larogei urtian», con un componente ambiental muy fuerte, envoltura que se prolonga a lo largo de los casi seis minutos de «Fusilatu zituztenei», que pone la piel, por letra y recursos musicales emocionantes, como la de un erizo. Un repaso a la tragedia de la guerra del 36. Una historia que cuenta como Txirrita no se libró de la muerte, pero sí de ser fusilado. Letra de Amets Arzallus.
El tema de los fusilamientos de la guerra civil de 1936 nos resulta muy cercano en Hernani. En 2016 se conmemoró el centenario de ese despiadado capítulo de nuestra historia, todavía sin cerrar. Txirrita es una persona que aparece muchas veces en nuestros proyectos. Esta vez fue él mismo quien vaticinó hace 80 años que volveríamos a hablar de él. Amets escribió estos bertsos que resultan verdaderamente escalofriantes.
Alan escribe otra sensible canción de folk, «Garazi», con piel celta (como sucede de nuevo en «The seventeenth of july»), y el disco se despide con «Zamalzain», que aun siendo un tema tradicional adquiere un aire exploratorio muy relajante. Hay, por cierto, tres recuerdos en este disco Txirrita (por indirecto), Fernando Larruquert y Fiachra Mac Gabhann, colaboración importante en el disco.
Durante nuestros numerosos viajes y andanzas hemos podido observar y escuchar la extendida creencia que nos pretende asociar a la cultura celta, cuestión que enoja especialmente a Alan... (risas). No obstante él no puede negar las influencias y coloraturas de algunos de sus temas propios. “Zamalzain” pretende ser una especie de chill out folkie que intentará dormir a aquel que extenuado caiga rendido después de haber bailado durante los primeros 16 temas del disco. A Fernando Larruquert le tenía mucho cariño, acudía muchas veces a él para pedirle consejo en cuestiones de relevancia creativa. Fiachra MacGabhann nos ha dejado uno de los capítulos más tristes de la historia del grupo. Músico talentoso falleció repentinamente al poco de presentar el trabajo. Nos deja su colaboración irremplazable en los últimos tres discos y una amistad que no olvidaremos.
Juanjo Otxadorena realiza un uso intensivo del bouzuki.
Es un instrumento muy versátil. Ofrece varias ventajas frente a la guitarra en nuestro estilo. Y tenemos la fortuna de tener a Juanjo en el grupo, viendo cómo evoluciona y crece tanto cada día. Un músico de un talento extraordinario.
«Mundua ala gu» con Alex Sardui, Mikel Urdangarin, Petti, Eñaut Elorrieta y Amets Arzallus a las voces son un todo para que esta canción sea un single. Se nota que Arzallus es, ante todo, bertsolari, pero sale airoso.
Ha sido un gustazo grabar ese tema con esa adorable "cuadrilla" de cantores que tuve la oportunidad de conocer en el proyecto SDB (Sortuko Dira Besteak). Algunos fuera de su entorno natural pero disfrutando cada uno de ellos de su autobiográfico verso escrito con maestría por Amets. Con él compartí el proyecto IHES, un interesante relato sobre los distintos motivos que nos da la vida para huir. Huidas físicas, huidas interiores... Llevo un tiempo ya tocando en directo con él bertsos musicados y creo que se desenvuelve muy bien. A mí personalmente es el bertsolari que más me gusta como canta.