Amparo Lasheras
Periodista
JO PUNTUA

La cultura del miedo

Matteo Salvini, ministro de Interior y líder de la extrema derecha italiana, se ha pasado el verano gritando contra la inmigración. Arrogante en sus formas, por fin, se ha mostrado ante la opinión pública internacional, como lo que es, un fascista que se enorgullece de serlo. Envalentonado, como otros líderes europeos de ultraderecha, con la barbaridad histórica que representa la elección de Trump, ha propuesto al Parlamento de su país una ley que, si se aprueba, permitirá disparar a cualquiera que pretenda robar en una propiedad privada, vaya o no armado. Según Salvini, la ley, supone para su gobierno una «prioridad» y tiene como objetivo «permitir la legítima defensa de las personas en su propia casa». Hace unos días, este diario informaba sobre el colectivo Vecinos Vigilantes, una red de comités que han proliferado en el Estado francés. Estos grupos, muy conocidos en otros países europeos y en EEUU, se encargan de fortalecer la seguridad de sus hogares con una constante y voluntaria vigilancia vecinal, es decir, una especie de somatén moderno al que se le quiere poner la etiqueta y la sonrisa de buena convivencia. En el Estado español y en Euskal Herria, una empresa de alarmas lleva semanas realizando una insistente campaña de publicidad contra los robos y a favor de la necesidad de proteger adecuadamente la propiedad privada. A simple vista, estas noticias, leídas en tiempos y espacios diferentes, parece que nada tienen que ver una con otra. Sin embargo no es así. Esconden un mensaje común y una intencionalidad ideológica muy concreta que es inquietar y sacudir el individualismo para agitar e imponer la hegemonía cultural del miedo. De esta manera, las ideas fascistas calarán en la opinión pública, sin mucho ruido político, hasta convertirse en una realidad de gobierno. Si la memoria no me falla, la dialéctica de Marx nos enseña que para «entender lo que ocurre en una sociedad los hechos y acontecimientos no pueden entenderse como algo aislado, sino como factores relacionados de cuya relación depende el sentido global de la totalidad».