Christian Zacharias dirige a la OSE y al Andra Mari
La Orquesta de Euskadi inaugura hoy el ciclo que la Quincena Musical dedica a las grandes orquestas, que recibirá en los próximos días a conjuntos de Alemania, Holanda y Hungría.
Tras hacerse cargo del foso en las dos representaciones de la ópera “La italiana en Argel” la semana pasada, la Orquesta Sinfónica de Euskadi regresa hoy a la programación de la Quincena Musical como protagonista de un llamativo concierto sinfónico-coral en el que unirá sus fuerzas a las de la Coral Andra Mari de Errenteria. Ambas agrupaciones, fieles a la Quincena desde hace muchos años y que ya actuaron juntas en la pasada edición, presentarán esta vez el “Réquiem en do menor” de Michael Haydn, una poco conocida pero brillante rendición de la misa de difuntos que pudo servir de modelo en muchos aspectos al famoso “Réquiem” de Mozart. Para la interpretación de esta página, a la OSE y el Andra Mari se les unirán cuatro destacados solistas vocales: la soprano Alicia Amo, que ya dejó una magnífica impresión en las funciones de “La creación” que inauguración el festival a principios de agosto; la mezzosoprano Clara Mouriz, que ofrecerá también un recital el día 23 en San Telmo; así como el tenor Martin Mitterrutzner y el barítono Peter Harvey.
Todos ellos estarán dirigidos por Christian Zacharias, uno de los grandes especialistas en el repertorio del Clasicismo y un artista muy querido por el público de la Quincena. Zacharias ha regresado regularmente al festival desde hace dos décadas, y durante las tres ediciones de 2000 al 2002 llevó a cabo el proyecto de interpretar la integral de los 27 conciertos para piano de Mozart junto con la Orquesta de Cámara Escocesa y la Orquesta de Lausanne. Aquel hito en la historia del festival será rememorado esta tarde con la interpretación el “Concierto nº 24” de Mozart, en el que Zacharias dirigirá la orquesta desde el piano, tal y como lo hacía el propio Mozart.
Mozart y los Haydn
Antes del concierto mozartiano sonará la “Sinfonía nº 49” de Joseph Haydn, compuesta en 1768 durante su periodo compositivo conocido como Sturm un Drang (tormenta e ímpetu). Esta sinfonía, subtitulada “La passione” por el carácter ardoroso de la música que alberga, es un ejemplo paradigmático de este grupo de sinfonías escritas en las décadas de 1760 y 1770, colmadas de ritmos agitados y sentimientos intensos y encontrados. Ejercieron una gran influencia en el teatro musical de la época, pero también en obras puramente sinfónicas como el ya citado “Concierto nº 24” de Mozart, repleto de dramatismo y de una ambigüa expresividad.
Mozart admiraba a Joseph Haydn hasta el punto de dedicarle un grupo de cuartetos de cuerda en 1785, pero quien realmente ejerció una influencia sobre su manera de componer fue su hermano, Michael Haydn. Este llegó en 1762 a Salzburgo, la ciudad natal de Mozart, y allí produjo más de 360 composiciones en los 43 años siguientes. Michael Haydn fue un íntimo amigo del padre de Mozart, así que este pudo conocer su obra desde niño e incluso en sus últimos años de vida seguía estudiando con atención sus partituras. El “Réquiemr” del Haydn salzburgúés, que ocupará la segunda parte del concierto, fue escrito en 1771 para el fallecimiento del Arzobispo Schrattenbach. Mozart, que tenía 15 años, tocó el violín en la orquesta que lo estrenó, y se piensa que pudo tomar algunas ideas para su propio “Réquiem”.