Victor ESQUIROL
TEMPLOS CINÉFILOS

Esencias de mujer

Al igual que otras muchas obras maestras de la historia del cine, la Mostra optó por esa estructura en que todo parece quedar bien atado. En Venecia se impuso lo circular: el gusto por empezar y terminar en el mismo punto. Lo comentamos en la previa y ahora, a falta de poco menos de una jornada para cerrar la 75ª competición por el León de Oro, volvimos a ello.

Se criticó mucho a Alberto Barbera y a su equipo por la escasa (casi nula) presencia femenina en el corte final de películas. Recordemos, de 21 títulos a Concurso, solo uno está dirigido por una mujer. Por una directora australiana, para ser más exactos. Por una artista que en 2014 deslumbró al mundo... ensombreciéndolo con la terrorífica “Babadook”. Jennifer Kent se hizo esperar, seguramente por aquello de que lo bueno no es amigo de las prisas.

Cuatro años después de aquella revelación, y con el certamen italiano llegando casi a la línea de meta, encontramos una de las propuestas más potentes de todo el programa. “The Nightingale”, que así se titula, podría definirse como una especie de western aussie pasado por el filtro de los ahora muy reivindicables códigos del rape & revenge. Una violación, para entendernos, y la posterior venganza que pide el cuerpo (y el honor) mancillado.

Entre un punto y la promesa del otro, Jennifer Kent reivindicó la mirada femenina en un mundo degenerado por la mano (y otros miembros) del hombre. A medio camino entre el cuento oscuro marca de la casa y la aventura de corte realista, la cineasta de Brisbane nos hizo hervir la sangre para ajustar cuentas con una historia demasiado dada al abuso. A un maltrato combatido ahora con furia femenina, en la invocación de una catarsis colectiva que, se mire como se mire, se antoja como histórica, nunca mejor dicho.

En el orden de buenas noticias, el Fuera de Competición obró el milagro de la resurrección. El cineasta Zhang Yimou llegaba a la cita en un estado de decadencia de su arte que parecía irreversible... pero no. “Ying (Shadow)”, su último film, puso todo en su sitio, y nos reconcilió con la mejor versión del maestro chino. Lo hizo con una cinta de artes marciales muy al estilo de este incombustible veterano. Con una gran superproducción de época muy ajena, eso sí, a la hipertrofia grandilocuente de los grandes estudios. Minimizando los efectos digitales y con una paleta de colores al borde del blanco y negro clásico, Yimou recuperó la exquisitez y el gusto intimista de sus mejores obras... no sin renunciar por ello a la espectacularidad de un Wu Xia memorable, que despertó las pulsiones femeninas para vencer tanto fuera como dentro del campo de batalla.

Por último, y volviendo a la Competición, una nadería. “Capri-Revolution”, de Mario Martone, nos llevó al soleado sur de la Italia de principios del siglo XX. Su cámara siguió los pasos de una joven pastora que lucharía por su emancipación mediante las liberadoras alas del arte. Producción sólida y filmación agradable: un masaje cinematográfico muy satisfecho de sí mismo. Una tontería al lado de esas dos otras patadas. Muy contundentes; muy femeninas.