Raimundo Fitero
DE REOJO

Enteros

La jerarquía eclesiástica española quiere que los sacerdotes sean varones enteros y, por lo tanto, heterosexuales. Ese, por lo tanto, literal, es un énfasis aberrante. Uno más. Los obispos marcan el territorio. Les gustan los machirulos. Ya se encargarán en el seminario de mostrarles todas las tentaciones de Belcebú en forma de tocamientos, abusos y demás prácticas bisexuales. La pederastia la quieren eliminar a base de una selección testicular. Ellos les tocarán el escroto a los candidatos. Insisto en algo que dicen. Sucedió en un pueblo navarro con obispo. Se estaba realizando una colecta para hacerle una nueva capa a monseñor. Un vecino dijo que la pagaba, pero con la condición de que lo capaba él. Pues eso, una capa colectiva.

Los conceptos, las actitudes, los posicionamientos ideológicos también deberían ser enteros, no por heterosexuales, sino por coherencia. Los sicólogos de todas las tendencias, aseguran que uno no es lo que dice que es, sino lo que hace. Por mucho que Zipi y Zape digan que son constitucionalistas, demócratas y toda esa retahíla de tatuajes ideológicos, no dejan de hacer lo que hacen los fascistas en sus etapas de rearme reaccionario y con la obsesión de tapar la existencia misma del genocidio franquista. Abstenerse en una condena es complicidad. Y eso es lo que hacen, ergo, son franquistas con traje de confección asiática.

Es lo que sucede con Leticia Dolera, una actriz, guionista y directora abiertamente feminista, que está siempre al frente de la manifestación, pero que, si prescinde de una actriz en su nuevo proyecto televisivo por un embarazo, lo que hace, sin lugar a dudas, es perpetuar las costumbres capitalistas del patriarcado. Lo hace en el campo de la interpretación, de la cultura, y ahí, su contradicción es insuperable. Dice una cosa y hace otra. Los principios enteros, por favor.