Esas cosas que pasan. Pasan esas cosas que pueden entenderse como inverosímiles o simples consecuencias de lo que pasa. Ha muerto una mujer de noventa años atropellada por un patinete eléctrico. Inmediatamente se prohíben estos patinetes por las aceras y se limita su velocidad por las calles. Siempre tarde. Todo el mundo comprendió pronto que esos patinetes circulando por las aceras eran un peligro. No había legislación, ninguna autoridad competente supo qué hacer ante lo evidente, ante esa cosa que sucedía cada día. Hacía falta una muerte rara reaccionar.

Leticia Sabater ha presentado un nuevo insulto musical en forma de villancico. Se titula “el Polvorrón” (con dos erres), y es una imbecilidad absoluta, pero todos, por una razón u otra, le han dado cobertura, lo han difundido, hemos visto unos cuantos cientos de miles o millones esa muestra de la decadencia y no se merece esta presencia ni siquiera para la crítica feroz. Una de esas cosas que sucede en los medios de comunicación. Y me parece que es algo similar a lo que sucede con Vox, que alguien se ha propuesto colocarlo en el panorama político y parece que lo va a conseguir.

Otra de esas cosas que suceden y provocan un estado de incredulidad es que, en muchos medios, demasiados medios, tengan la costumbre de hablar cada día de la otra Letizia, la periodista casada con el cuñado de Urdangarin. Y siempre resaltan su estilo, vestuario y elegancia. Mi duda es si es una consigna monárquica o republicana. La visita del presidente de la China comunista y su esposa, una famosa cantante de ópera, ha provocado delirantes comparaciones de la indumentaria de ambas. Y entre la caverna mediática, tienen una guerra perversa por el estilazo de Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, bastante más espectacular que la periodista plastificada.