Ramón SOLA
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA DEL «CASO CABACAS»

ALDEKOA GANA EL JUICIO PERO PIERDE EL CRÉDITO

La sentencia sobre la muerte de Iñigo Cabacas deja al jefe de la Ertzaintza, Jorge Aldekoa, en una situación paradójica. La condena ha atendido al reparto de culpas que él señaló en su testimonio, pero las consideraciones del tribunal sobre los hechos le dejan muy en entredicho, tanto por su responsabilidad en un operativo desastroso como por la «deficiente investigación» posterior.

El corporativismo es norma entre policías siempre que se sientan en el banquillo de un tribunal. Pero cuando declaró como testigo en el juicio del «caso Cabacas» el pasado 17 de octubre, el jefe de la Ertzaintza no llevaba en mente salvar la cara a los seis ertzainas juzgados, sino solo a cinco de ellos. Jorge Aldekoa señaló aquel día sin tapujos al oficial 3389, Juan José de Pablo, como la persona que tenía la responsabilidad absoluta en la zona, pese a los audios que acreditan que el que ordenó cargar fue quien hacía función de «Ugarteko» desde la comisaría de Deustua, y además contra el criterio de De Pablo. Frente a estas evidencias, «el responsable es quien está allí; si es mando, es mando», argumentó Aldekoa ante el tribunal. Añadió que ese oficial que no quería cargar tenía la última palabra en caso de discrepancia con «Ugarteko», al que eximió de toda culpa. Y hubo un punto de escarnio en la afirmación de que, con 36 años de experiencia en el cuerpo, De Pablo estaba plenamente capacitado para gestionar el asunto.

El testimonio de Aldekoa vino a completar, con un plus de contundencia y el subrayado de su jerarquía, los de los dos suboficiales y tres escopeteros imputados, que dos días antes, en el arranque del juicio, habían señalado también al sexto componente del banquillo. Le atribuyeron igualmente tener el mando sobre todos ellos y no secundaron su versión de que había una intencionalidad clara contra la «herriko» y que alguien pudo buscar allí «una sarracina». La sentencia de la Audiencia de Bizkaia ha terminado condenando únicamente a este oficial, ya jubilado, no por ordenar la carga pero sí por no frenarla a tiempo.

En este sentido, el jefe de la Ertzaintza ha ganado el caso en lo que atañe a la condena. Pero paradójicamente, a quien el relato de hechos de aquella noche y días posteriores señala es a él, por dos cuestiones distintas.

¿Dónde estaba y qué hizo el «nagusi»?

La primera cuestión es el desastre del operativo, sobre el que la sentencia no ahorra calificativos. Tras la pequeña pelea inicial, explica que «se desencadenan toda una serie de actuaciones que tienen como elemento común el incremento desmesurado de los efectivos policiales (más de diez furgonetas en el mismo tramo de calle), el incremento injustificado de la tensión en la zona –provocado por la propia actuación policial– y una situación considerable de descontrol en los agentes que actuaban y de descoordinación entre los mandos que estaban en comisaría y los mandos que estaban en la calle». Aunque no afecta a la cuestión penal, el tribunal deja caer que «no podemos descartar que esa descoordinación tuviera su incidencia en el lamentable suceso que se produjo».

¿Por qué señala esto a Aldekoa? La documentación remitida por la propia Ertzaintza al juzgado de instrucción número 10 de Bilbo confirmó que en su condición entonces de intendente jefe de la Ertzain Etxea de la capital vizcaina («nagusi» en la terminología más habitual del cuerpo), él fue el «responsable de planificación» aquella noche. De hecho, el que era consejero de Interior, Rodolfo Ares, lo había reconocido nada más producirse la muerte, al otorgar la máxima responsabilidad en el diseño de aquel dispositivo a Aldekoa y a su segundo, Raúl Otaola, presentándolo además como «una suerte»&flexSpace;por la larga experiencia de ambos.

Con la vuelta al Gobierno de Lakua del PNV, esa atribución de un papel principal a Aldekoa fue perdiendo peso. En noviembre de 2013, el portavoz del Ejecutivo, Josu Erkoreka, puso énfasis en que no dirigió el operativo sino que solo lo diseñó. Su implicación real aquella noche ha quedado en un limbo; en el juicio Aldekoa dijo que no fue avisado de lo que ocurría, pero se sabe que había estado en San Mamés, y no viendo el partido sino de servicio. También consta que su segundo, Otaola, llegó a la calle María Díaz de Haro al final de las cargas. Y un artículo del ertzaina Teo Santos señaló que una comisión de investigación parlamentaria pudiera determinar «dónde se encontraba» Jorge Aldekoa «cuando le notificaron internamente el ‘incidente del herido’», «cuál fue su reacción» y «qué ordenes cursó». PNV, PSE y PP unieron sus votos para impedir esa comisión, al igual que la comparecencia de Aldekoa que había reclamado EH Bildu.

El segundo aspecto que interpela al actual jefe de la Ertzaintza es lo que la sentencia define, quizás eufemísticamente, como «deficiente investigación» posterior. Ha acreditado que se recogieron las armas «sin establecer a quién se habían asignado o quién las había usado, se limpiaron de inmediato y se impidió cualquier prueba que pudiera realizarse sobre ellas». El tribunal echa en falta además «que se hubiera procedido a la protección de la zona de inmediato y a la adopción de las medidas necesarias para preservar el lugar concreto en que ocurrió el impacto (recogida de vestigios, observación de daños en el mobiliario de la plaza...), lo que habría permitido realizar comprobaciones periciales más exactas».

¿Pudo ser ajeno a esto último el nagusi de Bilbo, el mando que había diseñado el operativo? Es otra pregunta que ha quedado sin responder. Pero conviene recordar que los entonces responsables del Departamento explicaron que en los primeros momentos Jorge Aldekoa les negó que se hubieran disparado pelotas y sospecharon que pudo haber ordenado que se recogieran todas las que se encontraran.

 

Ascendido pese al malestar de la familia, 22.000 firmas y un problema «técnico»

Aunque en ningún momento llegara a estar imputado, el nombramiento como jefe de la Ertzaintza de Jorge Aldekoa en noviembre de 2013 fue ya muy polémico por su relación con este caso entonces en fase de instrucción. Preguntada por ello, la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, consideró que los casos judiciales abiertos no debían marcar «el mapa de nombramientos», y que Aldekoa dirigía al fin y al cabo «una comisaría como Bilbao, encargada de organizar y planificar los dispositivos». La novedad de esta sentencia es que su doble responsabilidad en el «caso Cabacas» ha quedado en evidencia, aunque por el momento no haya señal de que se cuestione aquella designación.

De lo que no hay dudas es de que la familia Cabacas interpretó como una humillación ese ascenso de Aldekoa. Y en paralelo, la plataforma Iñigo Gogoan llevó al Parlamento de Gasteiz hasta 22.000 firmas para quedara en suspenso el nombramiento, a las que Lakua hizo caso omiso.

De hecho, el cargo le fue guardado incluso después de que en 2014 hubiera tenido que dejarlo por un problema de carácter administrativo. Una sentencia del Tribunal Superior del País Vasco le desposeyó del rango de intendente, a raíz del recurso presentado por un concursante que había quedado excluido (Aldekoa logró justo la décima y última plaza disponible). Como había vaticinado EH Bildu, una vez que este contratiempo fue resuelto con la aprobación de nuevo del proceso de acceso por parte de Jorge Aldekoa, se le rehabilitó como jefe de la Ertzaintza, ocho meses después.

Aldekoa está en la Ertzaintza desde la primera promoción. Beltrán de Heredia afirmó en noviembre de 2013 que lo colocaba en la cúspide para «el reto de liderar el nuevo tiempo».R.S.