Raimundo Fitero
DE REOJO

Ofendiditos

Entre la posverdad, la prementira, los cien mil narradores del discurso oficialista que se aposenta en la recreación de lo inexistente, la poética del cambio retrógrado y la vanguardia del ayer, encontramos a la publicidad, los publicistas, las marcas y los mensajes que incitan al consumo de manera colateral y con un mensaje que debe acoplarse a las neurosis trumpistas, abascalianas y los amaneceres de Zipi y Zape en cuna aznarista. Por ahí deben andar la legión de ofendiditos y ofendiditas, esa masa crítica imposible de encuadrar sociológicamente, pero que siente en cada gesto de los demás, una ofensa real, soñada, imbuida, prefabricada o políticamente correcta, o sea, dogmática.

Una marca de carnicería industrial, embutidos transversales, lleva unos años compitiendo en las fiestas del consumo extremo con los anuncios de burbujas, turrones y perfumería de alta gama y baja estofa. Les damos espacio publicitario gratuito, que es lo que desean, buscan y consiguen, los anuncios de Campofrío se colocan en las mesas navideñas no por sus productos bajos en calorías, sino por sus mensajes cruzados en sus spots publicitarios que escapan a toda lógica primaria y se engarzan con una nueva política de venta en diferido, por convencimiento y no por emociones e impulsos directos.

Una tienda de lujo que vende chistes, los límites del humor, la concurrencia de cómicos conocidos, una puesta en escena muy elaborada, buenas interpretaciones y un mensaje confuso, pero incisivo en el debate popular, ¿qué pasa con los chistes, la corrección política, las ofensas, las minorías? Es un debate que convertido en anuncio, alcanza otra galaxia social. Yo vi un contra-anuncio en “Wifi Leaks”, muy oportuno. Los que buscan de manera viciosa la ofensa. O sea, una tienda de ofensas de lujo para ofendiditos.