Iker Bizkarguenaga
Periodista
IKUSMIRA

Medalla de plata no vale

Hoy es 28 de diciembre y, claro, si se difundiera un sondeo electoral en el que el PNV no ganara en la CAV sería tomado por inocentada. Es cierto que el arte de la demoscopia está de capa caída, y que alguna de las últimas encuestas huele a cocina más que una casa en Nochebuena, pero el partido jeltzale adquiere trazas de martillo pilón cada vez que vislumbra las urnas.

Lo curioso es que su perseguidor tampoco tiene mucho motivo de queja. A EH Bildu le dan buenos datos, más aún viendo cómo anda la izquierda ahí fuera. Lo que ocurre es que la coalición no nació para ser el Poulidor de la política. Cuando se trata de liderar un país, o parte de él, valen igual una medalla de plata y una de cobre, y el independentismo debe buscar el modo de sacar de rueda a los de Sabin Etxea.

¿Cómo se hace eso? La negociación presupuestaria puede darnos una pista. La propuesta de EH Bildu era realizable, mensurable y entendible. Modesta, como corresponde a la promesa de dos abstenciones a unas cuentas ajenas, pero que mejoraría la vida de miles de personas. Creo que así lo entendió la ciudadanía y, por supuesto, también el PNV, que entró en pánico ante la posibilidad de que la gente pudiera premiar el esfuerzo negociador. Así que pinchó el balón. La actitud airada de los burukides fue síntoma de alarma.

Si la izquierda abertzale decidió situar el conflicto con el Estado ahí donde es más débil, la política, el independentismo debe hacer lo mismo en su pugna con el PNV, centrarla en el terreno donde el jelkidismo, aunque nos cuenten milongas, es frágil: la confrontación de modelos sociales. Sin afectación ni prosopopeya, con números fríos y objetivos.