Bancarización forzada
El nuevo año nos trae un aniversario: el euro cumple 20 inviernos. El 1 de enero de 1999, la moneda europea comenzaba a operar de forma legal, aunque solo en los mercados financieros internacionales. Era, por lo tanto, una moneda virtual, que llegaría a los bolsillos de los europeos en 2002. Hoy, 340 millones de europeos pueden pagar en euros en un total de 19 países. En este tiempo, el euro se ha consolidado como la segunda divisa de reserva del mundo, pero aún así, los expertos avisan de que dista mucho de considerarse como sólida. La ausencia de una unión bancaria real en el ámbito europeo hace que el sistema monetario se vea afectado más o menos estructuralmente por fenómenos como la crisis o el paro, y también por otros de nuevo cuño como el Brexit o el auge de los populismos eurófobos.
También el cambio de año ha supuesto otro hito monetario: el Banco Central Europeo ha dejado de poner en circulación nuevos billetes de 500 euros. Es decir, los que existen siguen y seguirán en el futuro siendo de curso legal, pero ya no se imprimirán más y los bancos los irán retirando a medida que vayan pasando por sus cajas. ¿Por qué? Porque son una estupenda herramienta para el fraude fiscal y las actividades delictivas. Se calcula que el 90% de estos billetes están en manos de organizaciones criminales relacionadas de forma especial con el mundo de las drogas, el tráfico de armas o la financiación del «terrorismo». No es raro, por lo tanto, que más del 50% de los europeos nunca haya visto un ejemplar.
A lo que voy. Que haya o no haya billetes de 500 euros no me preocupa más que el tiempo. Pero presentar esta medida como una herramienta en la lucha contra el fraude o la delincuencia organizada es invitarnos a comulgar con ruedas de molino. Dicho de otra forma, en lugar de atacar a la enfermedad en su raíz, se dirigen solamente a los síntomas. Y voy más allá, supone un nuevo paso en el camino hacia la bancarización total de la economía. No falta mucho para que tengamos que pagarlo absolutamente todo, y de forma obligatoria, por vía electrónica. Al tiempo.