Como suele ocurrir en los casos en los que se tumba a un rival de campanillas, lo habitual es que la marea mediática lo achaque más a los errores del perdedor que a las habilidades del triunfador. No lo vio así Mikel Merino, uno de los destacados en el Santiago Bernabéu, quien defiende que «tenemos todo el mérito de la victoria, pues somos conscientes de que lo que hemos hecho tiene mucha importancia, ya que a nivel futbolístico estuvimos muy bien».

Una hazaña de este tipo –la Real llevaba casi quince años sin ganar en el feudo blanco– genera lógicamente «un ambiente muy bueno». «Estamos muy contentos y felices por lo que hicimos, pero sobre todo por la imagen que dimos. Puede que sea el encuentro en el que más a gusto me he encontrado, jugando en esa posición y de la forma en la que salimos a disputar el partido», agregó.

«Me sentí cómodo y me sentí bien –reflejó respecto a su actuación particular–, pero es en gran parte por mis compañeros, que me ayudan siempre que pueden y es una gozada jugar con ellos. Tuve la suerte de participar en momentos claves del partido, como el penalti o la segunda amarilla de Lucas», ahondó el centrocampista navarro.

Ahora, la Copa

Una vez escuchado el pitido final, «fue un momento de unión, de celebrarlo con tus compañeros, de soltar toda la adrenalina que has generado durante el partido, de quitarte un peso de encima después de tantas derrotas seguidas. Está claro que poder ganar en un campo así es muy bonito».

Sin embargo, una vez pasado ese momento único, el vestuario txuri urdin ya está «centrado en lo siguiente, pues la Copa nos ilusiona mucho y queremos sacar un buen resultado allí para tener ventaja en la vuelta y aprovechar esta inercia, de cara a seguir con el mismo ritmo y no bajarlo», explicó.

Ello posibilitaría acabar con la persistente mala racha copera que dice que la Real no ha ganado a domicilio a un Primera en este torneo desde hace cuatro años. Fue en 2014 cuando el equipo guipuzcoano venció al Villarreal por 0-1.