Folletín criminológico (I)
Así denominó –en felicísima síntesis para mi gusto– Rafael Silva el hecho de captar audiencia en base al morbo y al espectáculo que supone contar en televisión todos los detalles de los casos más escabrosos y aberrantes de nuestra crónica negra. Apostilla que –para más inri, agrego yo– llaman «información» a lo que no es sino alienación, obscenidad, pornografía por entregas.
Javier Pérez de Albéniz, incidiendo en el elemento morboso con que se empapuza esta charca folletinesca, escribió: «el morbo es uno de los motores de la audiencia y ninguna cadena está dispuesta a perder un buen crimen con agresión sexual –violencia de género decimos hoy– para ganar share».
Juan José Millás, por su parte, en una columna en “El País”, decía que: «a mayor cantidad de canales, menos diversidad, no importa la cadena que veas ni el programa que selecciones. Todas la cadenas son la Cadena y todos los programas son el Programa», de modo que no hay escapatoria posible.
Saliéndose del canon fagocitador mediático, los familiares de Laura Luelmo –última víctima de la violencia machista– pedían –casi imploraban– a los medios de comunicación que dejen de hacer «un espectáculo» (sic) de la muerte de la joven y que eviten «polémicas, especulaciones, emisiones y comentarios públicos que solo agravan la angustia y el dolor que sienten por lo ocurrido». Terminaban su comunicado con un desesperado «¡¡¡Déjenlo ya!!!». No es lo habitual esta reacción en el entorno familiar, y sí la contraria, como se ven en otros casos de similar jaez: Marta del Castillo, Diana Quer, etc., donde los más allegados a las víctimas, contritos y atritos, se prestan a estos «reality shows» como alpiste del pasto massmediático con espesores y abundosidades morbosas de donde, además, se extraen conclusiones, o, mejor dicho, se plantean cuestiones para el debate ya previamente precocinado del tenor de ¿prisión permanente revisable para el reo? Llama la atención –se me ocurre– la íntima concomitancia estética (?) entre este tratamiento y el dado a las llamadas «víctimas del terrorismo».
Jarraituko dugu...