Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Avergonzarnos ¿de qué?

Me siento independentista, marxista y como suelo decir el comunismo me parece un idea preciosa. Admiro a Castro, al Che, a Argala y a mujeres como Emma Goldman. Me atrae la idea de libertad y compromiso de Sartre y defiendo con entusiasmo la Revolución bolivariana. Y para terminar, por herencia, tengo un toque anarquista que no me lo puedo quitar. Resumiendo, no soy un caos ideológico, ni una teórica intelectual al detalle, soy, simplemente, una militante de izquierdas, convencida de que, si se intenta, juntos, se puede cambiar el mundo. Igual que muchos y muchas compañeras ni me avergüenzo ni me arrepiento de lo que soy y pensándolo bien ¿de qué deberíamos avergonzarnos o culpabilizarnos? La derecha y la extrema derecha, primas hermanas, nacidas y educadas en el neoliberalismo más voraz del Estado español y de Euskal Herria, han vuelto a retomar mensajes al estilo MacCarthy y, en sus discursos, todo lo malo que puede suceder a un ser humano y a un país tiene que ver con ser comunista, chavista, abertzale, sindicalista, republicana, anarco, catalana, castrista, feminista, migrante y dentro de poco hasta socialdemócrata. No se dan cuenta de que esas ideas y esas gentes que tanto desprecian tienen detrás una fuerza que, cuando se mete en la vida, no tiene remedio y sí mucho atrevimiento para levantarse y escribir el futuro de otra manera.