Joseba ITURRIA
CICLismo

Gari Bravo, más fuerte tras cuidar todos los detalles

Reconoció ayer junto a Mikel Bizkarra y Óscar Rodríguez la crono de la Itzulia, su primer gran objetivo.

Euskadi Murias reconoció ayer la crono de Zumarraga de la Itzulia con Óscar Rodríguez, Mikel Bizkarra y Gari Bravo, que saca la conclusión de que es preferible cambiar de bicicleta en el tramo final de subida a la Antigua tras recorrer los 12 kilómetros dos veces con la cabra contrarreloj y una con el cambio a la convencional.

El de Lazkao trasmite a GARA que «con la misma potencia con el cambio hemos tardado diez segundos menos y en la bajada ganas algo más porque hay curvas malas y hasta meta no tienes tiempo de ir rápido. Es mejor hacer el cambio. La cabra puede penalizar mucho, tiene mucho peso, con 28-32 de piñón no te da y la bajada necesita una bici que te dé confianza y habilidad y puedas manejarla bien».

Gari Bravo destaca que «es una crono dura, explosiva. En doce kilómetros 320 metros de desnivel es mucho. En la primera parte no se van a hacer diferencias, los especialistas van a ir parecido y en La Antigua algunos las harán en la última parte, que es donde más pica. La bajada es habilidosa y los que arriesgarán ahí ganarán segundos, pero no creo que haya muchos entre los que disputan la general. Alguno de ellos puede ganarla como Ion Izagirre o Roglic. Vamos a perder tiempo, pero es corta y en la bajada no vamos a perder tiempo y la subida se nos da bien, es explosiva, no de contrarrelojistas puros y podemos hacerlo bien».

«Tenemos un equipo fuerte»

Ante la Itzulia trasmite su deseo de mejorar su 31º puesto del año pasado: «Estamos en casa, animados y motivados, tenemos un equipo fuerte y hay que ir a pelear. He empezado fuerte este año y tanto en Andalucía (18º) como en la clásica de Ardèche (9º) me han salido buenos puestos y las sensaciones son buenas. Antes de la Itzulia haré Catalunya para coger el último punto que falta y venir aquí a tope. Vivo a quince kilómetros de Zumarraga, conozco estas carreteras y la subida a La Antigua, el segundo día se pasa por mi casa y, aunque las etapas de Eibar y Arrate me quedan más lejos, las conozco y estoy con muchas ganas e ilusionado. El año pasado no anduve mal, pero hay que superarse».

Fue de más a menos tras llegar en la primera etapa en Zarautz en el segundo grupo con Ion Izagirre: «Empezaba un día o dos fuerte y del tercero para adelante bajaba y no recuperaba, notaba mucho la fatiga. Este año he corrido Valencia y Andalucía cinco días y las sensaciones son mejores, termino una etapa y la siguiente el cuerpo reacciona mejor y por eso tengo ganas de probarme también en la Itzulia».

Cambios para mejorar

Esa mejoría la atribuye a los cambios que ha introducido esta temporada después de todo lo que sufrió para acabar la Vuelta, su primera grande: «Estaba mal del estómago, vimos que pasaba algo y después de hacer unas pruebas salió una saturación a ciertos alimentos. Empecé con Gorka Prieto, nutricionista que colabora con Patxi Vila y trabaja con muchos ciclistas profesionales, y noto mucha mejoría al cambiar la alimentación».

También ha cambiado la preparación con el preparador del equipo Xabier Muriel: «Este año he empezado más suave y ahora estoy más fuerte». Y la recuperación: «Hay una empresa que me ha dejado una máquina de recuperación neuromuscular, me la pongo todos los días y se nota. Con cambiar una cosa no lo notas, pero limando todos los detalles pequeños sí. De peso estoy igual, aunque he perdido grasa, pero tengo más fuerza que el año pasado y es buena señal. Para arriba voy bien».

De su sufrimiento en la Vuelta saca conclusiones positivas: «El calor me afecta, estuve con gastroenteritis y pasé una semana que me dejó baldado y no quería más que terminar e ir a casa y recuperar. Se me quedó esa espina de ir a la Vuelta y no poder exprimirla como quería. El año pasado notaba que día a día perdía y éste estoy animado y muy motivado. Estoy muy a gusto en el equipo, con ganas después de lo mal que lo pasé en la Vuelta. Pero le tengo que dar las gracia a Rubén Pérez y a mi novia porque me quería bajar y me decían que terminara. Acababa las etapas sin ganas, llorando, aporté poco, lo que podía, pero llegué a Madrid y era el hombre más feliz del mundo y eso quedará en mi palmarés».