Rebeldía juvenil contra el cambio climático
Con antecedentes de movilizaciones en EEUU o Inglaterra y surgido de forma espontánea y asamblearia en el norte y centro de Europa, el movimiento estudiantil contra el cambio climático, que exige a los adultos la toma de medidas efectivas, es ya una marea internacional y llama a una huelga mundial para el viernes.
No hay un Planeta B», «Nuestra casa arde», «Quiero que empecéis a tener miedo», «¿Queréis un planeta azul o sangrante?», «Estoy segura de que los dinosaurios dijeron también que aún tenían tiempo», «Cambiemos el sistema, no el clima», «El Titanic no hubiera sucedido en 2019», «Cambio climático: crimen contra la Humanidad», «Eco before Euro»… Son frases que enarbolan cada viernes, desde el pasado otoño, miles de estudiantes en las calles de diversas ciudades occidentales. Son jóvenes hartos de escuchar monsergas burocráticas mientras el planeta avanza en un desgaste suicida. Exigen nuevas políticas para mejorar la reducción de residuos, el ahorro de energía, la conservación de la biodiversidad o una movilidad más sostenible. Una parte sustancial de los movilizados cuestiona el modelo global de sociedad consumista y defiende el derecho a la desobediencia civil.
El eco de la nueva protesta, que ha convocado huelga mundial (#strikeforfuture) para el día 15, ha pillado descolocados a partidos y organismos tradicionales y algunos políticos no han disimulado su nerviosismo y paternalismo. La primera ministra británica, Theresa May, avisó de que la protesta «aumenta la cargas de trabajo de los docentes y desperdicia tiempo de clase». Su colega australiano, Scott Morrison, declaró: «Las escuelas no están para transformarse en parlamentos», e instó a los jóvenes a dedicar menos tiempo al «activismo» y más a estudiar. En Bélgica, la ministra flamenca de Medio Ambiente acusó a los estudiantes de estar manipulados y debió rectificar torpemente. El alemán Wolfgang Cramer, miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, ha respondido: «Es algo nuevo y bueno, de calidad… Creo que es el movimiento ciudadano que se necesitaba».
Viernes por el futuro
Las manifestaciones ecologistas de jóvenes se dieron en EEUU casi a la par que el también movimiento estudiantil contra las armas NeverAgain (Nunca más). La People’s Climate March de Washington D.C., en abril de 2017, vio desfilar hasta a niños de 12 años. También había habido acciones similares en Gran Bretaña. Pero fue el lúcido cabreo de una adolescente de 15 años frente a la plana mayor de los profesionales de la demagogia la chispa que prendió la hoguera en Europa.
Suecia sufrió en 2018 una novedosa ola de calor que originó cerca de 50 incendios forestales que arrasaron 20.000 hectáreas y Greta Thunberg, que padece autismo, es vegana y se niega a viajar en avión por principios, destacó en las movilizaciones estudiantiles de su país y fue invitada a la 24ª conferencia sobre cambio climático organizada por la ONU en la polaca Katowice en diciembre. Su discurso fue certero: «Se sacrifica nuestra biosfera para que las personas ricas en países como el mío puedan vivir de lujo. Son los sufrimientos de muchos los que pagan por el lujo de unos pocos (...) Dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les roban su futuro ante sus propios ojos (...) Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y debemos centrarnos en la equidad. Si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles, tal vez deberíamos cambiar el sistema. No hemos venido a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente».
En enero fue invitada a la macro cumbre de Davos (Zúrich) y, de nuevo, su discurso cayó como agua fría sobre el acartonado mundo de los burócratas y entusiasmó a miles de personas a través de las redes sociales: «La casa se quema… Los adultos dicen que hay que dar esperanza a los jóvenes. Los políticos, con su inacción, nos han hecho perder 30 años… ¿Por qué debemos estudiar de cara a un futuro que pronto no existirá y por el que nadie hace nada para evitarlo?... No quiero tu esperanza, quiero que entres en pánico, que sientas el miedo que yo siento todos los días y que actúes». En febrero volvió a lanzar sus proclamas en el Parlamento europeo de Bruselas.
La activista escandinava, rostro visible ya de una protesta mayormente acéfala, había aprovechado su tirón mediático para proclamar que cada viernes hacía huelga escolar y se plantaba frente al Parlamento sueco exigiendo acciones concretas contra el deterioro climático. Su gesto se extendió y la ausencia en las aulas y presencia en las calles de cada viernes llegó a Alemania, Holanda, Suiza, Inglaterra, Australia, Canadá, Irlanda, Austria, Finlandia, Dinamarca, Japón o Inglaterra y se extiende ahora al Estado francés y, muy tímidamente, al español.
Con particular incidencia en las ciudades belgas y suizas y un récord de 35.000 asistentes el pasado enero en Bruselas. Con un objetivo común («Salvemos nuestro futuro») y un récord de edad: escolares adolescentes de instituto, de entre 12-18 años, agrupados bajo el lema «Fridays for future-Vendredis pour l'avenir». Según “The Guardian”, los primeros paros estudiantiles de este año han sumado semanalmente más de 70.000 jóvenes en unas 270 ciudades.
Espontáneo, horizontal y en red
Con el caliente informe 2018 sobre la mesa, que lo confirmaría como el cuarto año más cálido de la historia conocida, el programa que agitan las masas escolares es de pura lógica y urgencia, demandando que se respeten los objetivos del llamado Acuerdo de París y se limite el calentamiento del planeta a 2°C respecto a la era preindustrial.
Las protestas reivindican un cambio global, pero con matices diferentes según países: mientras que en Bélgica miran a las elecciones federales de mayo, en Australia tienen como objetivo oponerse a la apertura de una nueva mina de carbón.
Coinciden en todo caso en los medios organizativos: usar las aulas como espejo del desesperanzador futuro que les espera y un modo de participación espontáneo, asambleario, horizontal, prácticamente sin grandes líderes ni mayores estructuras y con las redes como marco mayor de información y coordinación. Unos esquemas anticipados ya en las grandes movilizaciones anticrisis de hace algunos años: 15M, Occupy Wall Street, Nuit Debout… Aunque en algunos momentos pueda parecer que estas luchas ecologistas estuvieran, en parte, bajo el paraguas de la ONU y su rama International Youth Climate Movement, coordinadora creada en diciembre de 2005.
La barrera pirenaica
Con las elecciones europeas a la vista y el previo empujón de las reivindicaciones jóvenes feministas el 8 de marzo, ligadas por los sectores más politizados al ecofeminismo, la huelga del viernes 15 podría hacer algo de mella en los estratos más cínicos del apoltronamiento político.
La marea ecologista juvenil ha llegado hasta Ipar Euskal Herria, como informaba GARA el pasado día 20. Entre los diez representantes de los estudiantes del Estado francés que firmaron un manifiesto a favor de la huelga mundial está el lapurtarra Johan Rivière (liceo Cassin de Baiona), del movimiento Alternatiba. Ha participado en otro manifiesto local, encabezado de entrada por 17 alumnos de diferentes centros, se ha mostrado consciente del mucho trabajo que se necesita hacer, y ha dado nombres de liceos apuntados a la huelga: Bernat Etxepare, Cantau, Louis de Foix o Armand David.
En Hego Euskal Herria, la asociación Ekologistak Martxan apoya también la movilización. «Diríamos mucho al respecto, pero en principio estamos muy contentos de que la gente proteste. Si son jóvenes, mejor, y si es contra el cambio climático, perfecto». El colectivo Eguzki señala que les parece estupendo que «la gente joven se mueva contra el daño que estamos haciendo al planeta tierra con el consumo desmedido de materia prima, fuentes de energía fósil...». Coinciden en «la urgente necesidad de tomar medidas de calado: si la temperatura del mundo sube 0,5º más que lo previsto en la Cumbre de París (2015), las consecuencias sobre los ecosistemas, la salud humana y el bienestar repercutirá de forma significativa. Y los jóvenes se han hecho eco de esas peticiones».
Más lenta parece la penetración en el Estado español, con balbuceos en Catalunya y Madrid. Consultadas por este medio, algunas de las organizaciones ecologistas han dado su opinión. Eva Saldaña, Directora de Movilización en Greenpeace España, defiende la protesta y comenta que «en España, el movimiento es aún tímido, pero palpita por Girona, Barcelona, Madrid…, como los primeros brotes que ahora asoman en las ramas de los árboles… Estamos profundamente admiradas, inspiradas y motivadas a apoyar desde el respeto, escuchando lo que necesitéis, sin figurar… Greenpeace quiere apoyar este movimiento climático emergente, pero no pretende liderarlo». Y acompañan las intenciones solidarias con recomendaciones sacadas de la página web de FridaysForFuture para alumnos, padres y enseñantes.