«El cambio sociológico, el político, la juventud... dan para ser muy optimistas»
A Elkoro y Asiron los separan casi 30 años (nacieron en 1935 y 1962), pero les unen una filiación política (abertzales y de izquierdas), una forma de ser (naturalidad y cercanía, virtudes de alcalde) y algunos lazos personales: una rama de la familia de Asiron procede de Bergara y Elkoro ha ido esta mañana a su encuentro recordando cómo se conocieron y disfrutando de una mañana radiante en Iruñea.
MugiDA, el primer encuentro de la comunidad de EH Bildu, homenajeará el sábado próximo a aquel Movimiento de Alcaldes que lideró Elkoro nada más morir Franco. Entonces era pura quimera un alcalde de izquierdas y abertzale en Iruñea, y más aún para un pamplonica llamado Joseba Asiron que casi andaba aún corriendo ante los kilikis. Pero la historia política vasca ha llegado hasta aquí, y sigue. Dos protagonistas, también amigos, se sientan juntos con GARA para repasar el pasado, entender el presente e imaginar el futuro.
Empecemos por el pasado. ¿Qué significa José Luis Elkoro para Joseba Asiron? ¿Qué recuerda de aquella época?
Joseba ASIRON:Nos conocimos personalmente hace cinco-seis años y para mí fue conocer historia viva de Euskal Herria. Cuando murió Franco yo tenía 13 años. Quienes vivimos aquellos tiempos en la adolescencia nunca nos hemos podido salir de la política, porque todo se vivió con tal intensidad que nos marcó para siempre. Recuerdo muy bien Txiberta, el Grupo de Alcaldes, y luego he seguido tu trayectoria en el Parlamento, el Senado, ‘‘Egin’’...
¿Y qué es Asiron para Elkoro, cómo ve lo que está haciendo?
José Luis ELKORO:También yo te conocí en un momento apasionante. La Alcaldía de Iruñea era nuestra aspiración de siempre, que estuvimos a punto de lograr con Patxi Zabaleta [1979]. Estuvimos en una comida en Etxarri-Aranatz y luego te conocí más cuando visitaste Bergara y vimos la casa de tu bisabuelo, Mujika, cerca de donde vivo yo. Te sigo y para mí eres un gran alcalde, con mucho futuro.
J.A: Hablas de Zabaleta. Recuerdo que el día de la investidura se me acercó y me dijo muy sonriente y cariñoso pero con un toque socarrón: «Tú vas a tener con cinco lo que yo no logré con siete» [ríe]. He sido una persona con suerte en ese sentido, sí. En toda Euskal Herria se ha luchado mucho por el cambio y cuando llegó ese momento EH Bildu apostó por una persona que no venía de la política. Y yo estoy muy agradecido por ello.
Las épocas son distintas, pero a los dos les tocó abrir el Ayuntamiento: José Luis tras el franquismo y Joseba tras el régimen. ¿Cómo se hace eso?
J.A: Seguramente no es parangonable porque José Luis lo tuvo que hacer tras una época muy dura. La similitud la veo más en que en ambos casos la sociedad estaba muy madura para el cambio. En Pamplona no sé si decir que reventó o que floreció, el caso es llegó con un colapso del Régimen, trajo mucha ilusión y también responsabilidad. Me imagino que tú también la sentirías, José Luis, porque después de haberse luchado tanto por el cambio, hay una gran responsabilidad.
J.L.E: Sí, era una situación muy expectante, venía labrándose desde el franquismo. Yo fui alcalde de chiripa. Habíamos conseguido introducir concejales en el Ayuntamiento por los tercios, yo entré por el tercio cultural. Creamos una institución, Alkartu-Nai, con la que conseguimos primero una ambulancia –que no la había en Bergara– y luego una residencia de ancianos, el primer hogar del jubilado del País Vasco, fuimos pioneros en talleres de Gureak, Aspace, Elbarri-Lan... Hacíamos todo eso con un organismo que no tenía nada que ver con el Ayuntamiento, al que todo eso no le gustaba nada. Yo presidía esa asociación y así fuimos formando mayoría en el Ayuntamiento, hasta que en 1976 llegó una ley de Arias Navarro que decía que en ciudades de cierto tamaño como Bergara los concejales podían elegir al alcalde. Y así salí yo. Vino a darme la vara de mando un falangista de San Sebastián. Para entonces ya nos estábamsos moviendo políticamente entre varios pueblos, de forma clandestina, nos reuníamos en una chabola de Urbia: cómo entrar en los ayuntamientos, qué hacer allí... Ese fue el germen del Movimiento de Alcaldes. Y aquel acto del 21 d julio de 1976 fue el cohete del movimiento abertzale: además de 70 y pico alcaldes vinieron Garaikoetxea, el recién fallecido Arzalluz, familiares de José Antonio Agirre y Telesforo Monzon, Areilza, y muchos gudaris, muchos.
J.A: Verdaderamente emocionante, sí. Del modo que comentas entró también al Ayuntamiento de Pamplona mucha gente progresista en aquellos años del final del franquismo: Velasco, Muez, Martínez Alegría... culminaría con la Alcaldía de Javier Erice. Tengo relación con casi todos.
Entonces sería impensable que los cuatro alcaldes de las cuatro capitales del sur fueran de partidos abertzales y el de Baiona también cercano, ¿no? Y, sin embargo, aquel impulso municipal de 1931 o 1976 no se percibe ahora, ¿por qué?
J.A: No, no se percibe. Son situaciones muy diferentes. Yo creo que la lectura del país que se hace hoy desde el PNV, que tiene tres de esas alcaldías, y la que tenemos en EH Bildu son muy diferentes. Es cierto que no existe esa articulación, aunque mantengamos un contacto estrecho.
J.L.E: En nuestra época había un clima propicio para un movimiento de ese tipo. En este momento no hay posibilidad, tenemos que llegar a una fase más avanzada, con más relación con el PNV. Ese momento tiene que llegar, manteniendo cada uno nuestra personalidad. Nos faltan fuerzas porque estamos divididos. Pero espero que haya capacidad suficiente para ello y podemos recrear situaciones como la de 1931 en Lizarra.
De hecho, aunque desde la CAV pase muy desapercibido, Iruñea es el sitio donde más colaboran entre las dos ramas del abertzalismo...
J.A: ¡Sí que pasa desapercibido! Yo también creo que es posible. En Iruñea estamos gobernando ahora EH Bildu y Geroa Bai, con un acuerdo de mínimos firmado en su momento con dos fuerzas más: el mundo podemita representado por Aranzadi e I-E. Añado dos reflexiones. Ahora mismo en Nafarroa EH Bildu es la fuerza municipalista más importante, con 40 alcaldías y 297 concejales; el cambio de 2015 fue sobre todo municipal. Y a nivel de Estado sí ha habido cierta articulación entre los ayuntamientos de cambio, rebeldes... se han movido cosas en favor de los refugiados, por la memoria histórica, el modelo energético... Si fue posible en 1931 y 1976, ahora también lo puede ser. Estas elecciones pueden ser un punto de partida.
Hemos pasado por el presente, vamos ahora al futuro. Hay una situación contradictoria entre los avances de estos años en Euskal Herria y el riesgo de involución, con el auge de la derecha. Es curioso por ejemplo que en 1977 la ikurriña ondeara en el Ayuntamiento de Iruñea y hoy sea imposible...
J.L.E: A mí eso me llama mucho la atención, porque tengo una historia que contar. Recuerdo que en aquella época íbamos a hacer un gran acto en Etxarri-Aranatz, la Guardia Civil nos echó a todos para atrás y los de Deba Garaia acabamos en Bergara, con la plaza llena. Cuando acabé el discurso, en mi despacho sonó el teléfono y era Martin Villa [ministro de Interior], que quería estar con nosotros. Fuimos a Madrid y el problema, claro, era la ikurriña, pero sobre todo en Nafarroa. Estuvimos tres o cuatro horas discutiendo, él no quería la ikurriña en Nafarroa, entraba y salía del despacho todo el rato, y al final se quedó unos segundos pensativo y dijo, «venga, sí». Nos pidió que hablásemos hasta con Gutiérrez Mellado [vicepresidente de Defensa] y lo hicimos. Entonces se aceptó en todos los sitios, también en Nafarroa, y no para tenerla en el balcón de casa, no, también en edificios institucionales. ¿Quién cambió eso?
J.A: Lo que nos ha llegado a nosotros es la ley de UPN y PSN que la vetaba. En 2015 la pusimos y nos denunciaron, perdimos el litigio y nos amenazaron con inhabilitación. Lo curioso es que después se revocó esa ley y, para nuestra sorpresa, se nos ha seguido perseguiendo. Es decir, en 1977 se podía poner, luego se inventó la Ley de Símbolos para impedirlo, y ahora sin Ley de Símbolos tampoco se puede.
J.L.E: Pues la norma estatal debería imperar....
J.A: Es la interpretación judicial la que impera. Estamos acostumbrados a ganar juicios y perder sentencias, tú lo sabes bien, José Luis. Lo que necesitamos es una ley que diga que cada ayuntamiento navarro es libre de poner la bandera que desee.
¿Avanzan las reivindicaciones abertzales y de izquierdas? ¿Los cambios generacionales juegan a favor o en contra?
J.A: Yo lo veo con mucho optimismo. En un tiempo aquí las únicas opciones eran UPN o PSN. Luego UPN pasó a ser única opción pero con el apoyo del PSN. Y ahora, ni siquiera con el PSN han logrado sostener el Régimen. En el fondo de todo esto está el cambio sociológico y político, sí. Y en esta legislatura se ha visto que hay otra forma de hacer las cosas, sincera, democrática y honrada, al fin.
J.L.E:: Yo también soy optimista. La gente joven viene con mejor formación, la mayoría con actitudes progresistas. Hay síntomas muy buenos de que las cosas irán a nuestro favor.
«‘Alkaterik onena herria’ lelo polita eta, gainera, gauza egingarria da»
«Alkaterik onena, herria», esan ohi du ezker abertzaleak Santi Brouarden garaietatik. Zer du egiatik eta zer ez?
J.A: Jakinduria handia biltzen du esaldiak, eta gainera gauza guztiz egingarria da. Lau urte hauetan jendearen eskutik gobernatzen ahalegindu gara. Auzoetan sortu diren foroak, esaterako, aipatuko nituzke: ez dira demokrazia adierazpena bakarrik, tresna oso ona baizik, auzo batean zer behar den jakiteko ez dagoelako bertara joan eta auzokideek esaten didatena entzutea baino gauza hobeagorik. Parte-hartzearen kontua ere badago, horri lotuta: gaur egun, sanferminak 50 elkarte inguruk osatutako mahai batean erabakitzen dira. Alkatea herria izatea ez da bakarrik lelo polit bat, praktikara eraman daitekeen gauza baizik, eta horixe irudikatu nahi izan genuen guk 2015eko ekainaren 13an, aginte-makila hartu eta balkoitik plazara jaitsi ginenean, herriari eskaintzera, lau urte lehenago Donostian Juan Karlos Izagirrek egin zuen bezalaxe.
J.L.E: Horixe bera izan zen gure arrakastaren arrazoia. Gu herrira hurbildu ginen. Gogoan dut herriko ehun lagun inguru biltzen zituzten batzordeak osatu genituela, udaletxearekin batera lan egin zezaten. EAJk ez du inoiz hori egiten, beste eredu bat du. Egitasmoak batzorde haietatik ateratzen ziren, kaletik, ez udaletxetik.