Gotzon ARANBURU
POLO AUDIOVISUAL PARA EL CINE VASCO

ZINEALDEA, EL GRAN PLATÓ POR EL QUE SUSPIRABA EL CINE VASCO

Hay muchas disciplinas artísticas que apenas requieren infraestructura para su creación: estrictamente, basta con una mesa y un lápiz para escribir una novela, o una guitarra le es suficiente al cantautor, igual que un lienzo y un pincel al pintor. Siempre que haya talento para manejar estos instrumentos, claro. No ocurre lo mismo con el séptimo arte.

Para rodar una película se requiere una infraestructura, que llega a ser imponente en el caso de las grandes producciones. Y es que el cine, además de glamour y estrellas, es una industria, y los platós de rodaje verdaderos talleres donde grúas y focos conviven con trajes de época y claquetas de «¡Acción!». Euskal Herria cuenta desde hace poco con un gran polo audiovisual, Zinealdea, donde los creadores disponen de los espacios, infraestructuras y medios que durante tanto tiempo han demandado.

Impresiona acceder al complejo Zinealdea, en el polígono Lintzirin Gaina, de Oiartzun. Y es que aquí todo es grande, desde el parking en el nivel 1 a pie de calle, con sus 165 plazas, hasta el plató 1, un cubo de hormigón de 1.800 metros cuadrados de superficie y 16 de altura libre. Entre medio, más platós, terrazas para rodar al aire libre, talleres, zonas de peluquería y maquillaje, camerinos, sastrería, despachos de producción, salas de reuniones… y dentro de poco, también habrá un bar-restaurante. Todo lo que puede desear una productora de cine o televisión para llevar a cabo su proyecto lo va a encontrar aquí.

Elena Salegi, titular junto a su hermano Gabriel de la empresa Zineazpiegiturak Oiartzun, arquitecta de profesión, pero enamorada del cine, nos enseña con orgullo Zinealdea. Ahora mismo Zineazpiegiturak es la propietaria de Zinealdea, un proyecto que inició hace una decena de años con impulso de las instituciones de Oarsoaldea pero al que la crisis económica alcanzó de lleno en 2011. El papel inicial de Salegi consistía en coordinar muchas cosas (como un director de cine), para que el proyecto saliera adelante: servicios técnicos, arquitectos, aparejadores, constructores… debían trabajar al unísono para que Zinealdea se hiciera realidad. Cuando la crisis hirió a Zinemaldea, estos edificios ya estaban construidos, pero no equipados. Y así se quedaron durante seis años, en letargo, a falta de producciones cinematográficas, hasta que, en 2018, convencidos de que llegaban mejores tiempos y de que merecía la pena poner definitivamente en marcha un proyecto que tanto les ilusionaba, abrieron sus puertas para rodar el primer largometraje.

Y aquí estamos, en este gigantesco cubo de hormigón («y doble aislamiento», recalca Salegi), en el que ya se han grabado escenas de “La trinchera infinita” y “Agur Etxebeste”. También “Patria” ha utilizado Zinealdea como centro de producción y dirección, se han realizado sus pruebas de cámara, vestuario y maquillaje, en sus almacenes se guarda el atrezzo, vestuario… y en su parking descansan algunos de los vehículos que se verán en la pantalla, por ejemplo uno que no se puede contar sin hacer “spoiler” y que por tanto no contaremos. Solamente podemos adelantar que el transporte es blanco y azul y que provocará añoranza a muchos donostiarras…

Aunque tendamos a llamar “plató” a Zinealdea, no es su denominación correcta. Es un polo audiovisual, y como tal puede utilizarse para rodar películas, series de televisión, spots publicitarios, videoclips musicales… u ofrecer funciones de circo, de teatro, o usarse como estudio fotográfico. Sin descartar eventos corporativos o presentaciones de productos.

Ya hemos dicho antes que los números impresionan. El complejo se alza sobre una parcela de 9.000 metros cuadrados y dispone de 18.000 metros cuadrados bajo techo. El parking exterior cuenta con 100 plazas. El edificio en sí se distribuye en seis niveles, de los cuales el primero ocupa 7.200 metros, repartidos entre parking interior, almacenes y zonas de servicios. Los niveles dos y tres están íntegramente dedicados a la producción audiovisual, con un núcleo central de un kilómetro cuadrado con accesos directos para camiones, pensado para el premontaje de decorados.

La joya de la corona es el Plató 1, con sus 1.800 metros de superficie de rodaje y otros 1.700 destinados a servicios complementarios (peluquería, maquillaje, vestuarios colectivos e individuales con su baño, salas de ensayo, oficinas de producción…). En su interior, y gracias a sus aislamientos, el silencio es total; no llega el ruido de la cercana autopista, ni tampoco el de los tractores de los caseríos cercanos. Lo mismo se aplica al Plató 2, de 820 metros para rodaje. La oferta de espacios no acaba ahí. El Estudio 1 cuenta con 180 metros cuadrados y el Estudio 2 con 140. Sus fondos verde y blanco, respectivamente, permiten realizar operaciones de croma, sesiones fotográficas… En este mismo nivel dos encontramos los almacenes para atrezzo, vestuario, o cualesquiera materiales que las productoras deseen guardar, igual que la terraza exterior de 740 metros cuadrados, adecuada para rodar tomas exteriores o grabar entrevistas, por ejemplo.

La entrada más pública de Zinealdea está en el nivel cuatro, a través de la Plaza Handia, llamada así tanto por su tamaño, 2.500 metros cuadrados, como en honor a la película “Handia”. Desde la Plaza Handia se disfruta de una magnífica vista de los montes circundantes, como es el caso de Aiako Harria. Es un espacio que pide a gritos su uso como espacio de ocio, y pronto lo será, pues Salegi proyecta realizar aquí eventos como conciertos al aire libre, cine de verano y terraza del bar-restaurante que estará abierto antes del verano. Los niveles 5 y 6 están destinados a oficinas para todas las empresas que quieran alojarse en Zinealdea a partir de este mes de mayo.

En constante aprendizaje

Salegi es pura energía. Tan pronto ayuda al fotógrafo subiéndole la mochila a pulso por las escaleras, como se pone al volante de su furgoneta para rodear el complejo y llevarle hasta un punto que sabe que ofrece un encuadre interesante, o arrastra una pesada manguera que estropea la vista en la terraza. Y aprende constantemente, por el viejo pero eficaz método de observar con atención y preguntar. Si para diseñar Zinealdea se pateó muchos estudios de cine españoles y franceses, una vez puesto en marcha el complejo audiovisual pregunta a técnicos, ayudantes de producción, montadores, maquilladores… para saber qué es lo que cada uno necesitaría para hacer mejor su trabajo, y luego aplica lo aprendido.

Es sabido que la irrupción del cine digital ha cambiado varios parámetros de la industria del cine. Uno de ellos es que los rodajes pueden hacerse en espacios más reducidos, y otro que exigen unas condiciones determinadas para la introducción de efectos en postproducción. Es decir, los platós siguen siendo necesarios, pero hay que diversificar su oferta en cuanto a tamaños y características. En Zinealdea comprobamos de primera mano que el desafío ha sido respondido: un ciclorama de croma verde, ocupa once metros de ancho, ocho de fondo y seis de altura. Es en estos cicloramas, de forma cóncava y panorámica para que no haya discontinuidad entre las paredes y el suelo, donde se sitúa a los autores representando escenas que luego, en la pantalla grande, mostrarán un entorno grabado en otra localización. Un ejemplo conocido: la escena en la que Daenerys Targaryen desembarca en Dragonstone-Zumaia, en la película “Juego de tronos”.

Zineazpiegiturak, como empresa de servicios que es, cuenta con departamentos de Dirección, Producción, Expansión, Proyectos y Administración, además del personal de mantenimiento y de limpieza. El resto de funciones las subcontratan, en la inmensa mayoría en Oarsoaldea, según las necesidades de cada momento. Del área de Expansión, por ejemplo, se responsabiliza Haritz Elizegi, encargado de anticiparse al rodaje de las producciones para poder traerlas a estos platós de Oiartzun. De la mano de Elizegi, joven pero con sobrada experiencia en el medio cinematográfico, llegaron a Zinealdea “La trinchera infinita” y “Aupa Etxebeste”.

«La relación con las productoras –nos cuenta Salegi– se basa en sus necesidades concretas. Tras la primera visita al edificio nos envían, junto al calendario, un listado de necesidades o espacios. Nuestro departamento de producción es el encargado de hacer una oferta a medida que luego puede ampliarse durante el rodaje con servicios complementarios».

Podría hacerse un documental –o mejor una película de terror–, mostrando los edificios y naves en las que se han rodado muchas producciones vascas, algunas muy recientes y exitosas. Es habitual rodar en naves industriales desocupadas, en condiciones muy precarias, tanto en lo que respecta a instalaciones como a equipamientos. Y es que no es solo el rodaje en sí mismo: hay que aparcar los vehículos, a menudo numerosos, alimentar a los actores, técnicos y extras, ofrecer un espacio mínimamente decente para los descansos, disponer de andamios y grúas…

Salegi indica que «todo lo que necesite una producción o evento para llegar a buen fin, lo tenemos o lo conseguimos. Desde los platós o localizaciones exteriores hasta el alquiler de equipos para el rodaje dentro y fuera del edificio, montadores para decorados, maquilladores, maquinaria de elevación, casting, catering, hotel… Todo lo que se necesite podemos ofertarlo con medios propios o subcontratados con empresas colaboradoras y técnicos especializados. Estamos situados en una comarca llena de empresas; en un radio de cinco kilómetros nos aportan, por ejemplo, materiales y maquinaria para la construcción de cualquier decorado».

Una de las claves de Zinealdea consiste en su emplazamiento. Está cerca de todo. Los Pirineos prácticamente se ven desde la terraza, las playas vascas ni que decir, las capitales son también fácilmente accesibles, y lo mismo sitios tan cinematográficos como Bardenas. Ello permite, claro, optimizar recursos durante un rodaje, que como se sabe es asunto caro. Un día de rodaje perdido por la lluvia es una de esas cosas que las productoras realmente temen, no digamos si la cosa se prolonga dos o tres jornadas. Pues bien, el hecho de contar con un “cover” (platós y almacenes a mano), permite cambiar rápidamente el plan de rodaje y aprovechar para grabar en interiores o realizar otras labores que requieran techado, en vez de limitarse a lamentarse por el tiempo que se va perdiendo.

Además, el emplazamiento permite atraer, y esa es la voluntad de la empresa Zineazpiegitura de Oiartzun, a producciones no solo vascas, sino también españolas y francesas. «Zinealdea nace –nos explica Salegi– con un planteamiento internacional. Queremos atraer producciones y eventos de todo tipo y ámbito geográfico. En principio nos ceñimos a Euskadi y sur de Francia, pero ya hemos tenido clientes de Barcelona y Madrid, y estamos en negociaciones con producciones internacionales que quieran venir a Zinealdea para cualquier evento». Baste decir que ya han establecido un hilo de comunicación con el equipo de Woody Allen, de cara a la película que el director estadounidense planea rodar este verano en Euskal Herria.