Arturo Puente
Periodista
JOPUNTUA

La izquierda conservadora

Entonces, ¿crees que Sánchez ganó solo porque conquistó el centro? ¿es eso?», le pregunté. «No, no». me contestó. «No se trata de que haya votantes de centro que miran hacia el PSOE o el PP en función de si cada partido se sitúa más o menos a la derecha o la izquierda en unas elecciones. Eso en parte, pero no es lo principal ahora. Es otro fenómeno nuevo».

«¿Qué es, pues?» insistí. «Es –dijo mirándome como un profesor cansado de repetir una operación matemática obvia– la irrupción de un eje entre certeza e incertidumbre, que corta por la mitad el reparto tradicional entre la izquierda y la derecha y también la cuestión nacional». El sol de las primeras tardes de mayo convertía el centro de Barcelona en un horno. Me sequé la frente y volví a la carga. «Me estás hablando de un votante que ha buscado estabilidad en el PSOE y en Sánchez, que ven fiable. Puede ser», le concedí. «No está tan lejos de lo que yo te decía del miedo a la derecha, ¿no?».

Chasqueó la lengua. «Es que la inercia conservadora ha abandonado a la derecha, que ha dejado de ser vista como un refugio seguro» me cortó. «O es, si prefieres, que la derecha ha emprendido el proyecto revolucionario de la involución y ha abandonado el sentido común». «Bien, sí, claro. Si estamos de acuerdo», me defendí yo. «Yo solo digo que eso puede leerse también desde una óptica mecanicista. La derecha se ha extremado y le ha dejado el hueco a la izquierda». Mi amigo perdía la paciencia.

«Si eso fuese así se podría esperar que Sánchez siguiera una agenda más izquierdista gracias a haber ampliado su base por el centro. Pero eso no pasará». «¿Pero por qué asumes que no pasará?», inquirí. «Porque esto no va de izquierdas o derechas, sino de delanteros y defensas. Gente que se mueve y gente que no. Y en esto, Sánchez y Rajoy juegan en el mismo campo. Por eso la derecha se ha dado un batacazo, pero eso no quiere decir que la izquierda no pueda hacer nada». «Coño, al menos no destrozar lo que hay», dije yo. «¿Ves?, me señaló. Ese es el espíritu de la izquierda conservadora». Y tuve que darle la razón.