Te voy a dar un pasaporte para que selles. A la mesa con Gargantua
La fiesta va in crescendo en una villa entregada en cuerpo y alma. Mientras algunos comienzan a reservar fuerzas para la txanpa final, son muchos y muchas las que se incorporan con ansia de darlo todo. Se agradece tan desinteresada aportación... Todo sea por Aste Nagusia.
Laos más veteranos, conscientes del reto, nos dosificamos para tratar de mantener el tipo. ¿Quién es capaz de jurar que en nueve días de juerga va a tener la suficiente fuerza de voluntad para no dejarse liar? Bajas al mediodía tranquilo para disfrutar el excelente ambiente matinal y puede que acabes de madrugada siendo invitado por los trabajadores de la limpieza a que te apartes porque te van a empapar con la manguera.
Es uno de los peligros que acechan, sin misericordia, a los fiesteros. Tampoco son pocos aquellos que en su retorno al hogar acaban recorriendo la totalidad de una línea de cercanías, autobús o metro después de quedarse dormido como un lirón. ¡Qué duro es despertarte por la indicación del conductor del vehículo o por la invitación de un guarda de seguridad! Mi solidaridad hacia las y los afectados. ¡Chavales, la próxima vez espabilar!
Queda poco para el fin de semana y que la turba jaranera inunde el muelle del Arenal y el recinto festivo haciendo casi imposible gozar de todas las potencialidades que nos ofrecen las txosnas. Las sesiones matinales ofrecen sin duda una buena oportunidad para disfrutar de las actividades y ver con detalle los montajes que las decoran. Como siempre, están las que se devanan los sesos y los que realizan un apaño de subsistencia. Para valorarlo hace años que las comparsas instauraron los premios Campana y Mosca para que el pueblo se pronuncie.
Y ayer se pronunció, otorgando a Kaskagorri la distinción de la Campana, cuando la juvenil comparsa que tiene a Asterix como icono cumple 30 años. Por contra, Uribarri, que el año pasado se hizo con ese preciado galardón al festejar cuatro décadas, recibe un tirón de orejas por un montaje en el que se podrían haber esmerado un poco más. A unos y a otros, les animo a no bajar la guardia, porque unas vistosas decoraciones, acompañadas de una programación atractiva, engrandece a Aste Nagusia como las mejores fiestas del mundo.
Una buena forma para saber de las potencialidades de cada una, es hacerse con el pasaporte de Aste Nagusia. Su portador o portadora lo exhibe en cada una de las txosnas para que se lo sellen, quedando constancia de que ha estado en ella. A ver quién visita las 28 que pueblan el recinto donde Marijaia es reina y señora.